martes, 27 de septiembre de 2011

Discurso del presidente palestino Mahmud Abbas en la 66 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas

Sr. Mahmud Abbas
Presidente del Estado de Palestina
Presidente del Comité Ejecutivo de la OLP
Presidente de la Autoridad Nacional Palestina
(representante provisional estos cargos, pendiente de la celebración de nuevas elecciones democráticas en Palestina)


ante la Asamblea General de Naciones Unidas
Sesión sesenta y seis
Nueva York
23 de septiembre de 2011

Sr. Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Sr. Secretario General de las Naciones Unidas.
Excelencias.
Señoras y señores.

Primero, quisiera expresar mis felicitaciones al S.E. el Sr. Nassir Abdulaziz Al-Nasser por su asunción como presidente de esta sesión de la Asamblea, y desearle mucho éxito.

Reitero hoy mi más sinceras felicitaciones, en nombre de la Organización para la Liberación de Palestina, y del pueblo palestino, al gobierno y al pueblo de Sudán del Sur por su merecida admisión como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas, deseándole progreso y prosperidad.

Felicito también al secretario general, S. E. Sr. Ban Ki-moon, por su elección para un nuevo mandato al frente de Naciones Unidas. Esta renovación de confianza refleja el aprecio del mundo por sus esfuerzos que han fortalecido el papel de Naciones Unidas.

Excelencias.
Señoras y señores.

La Cuestión Palestina está íntimamente ligada a Naciones Unidas debido a las resoluciones adoptadas por varios de sus órganos y agencias y por el papel esencial y loable de la Agencia de Naciones Unidas de Socorro y Obras Públicas para los Refugiados Palestinos en el Cercano Oriente - UNRWA – que personifica la responsabilidad internacional por la situación de los refugiados palestinos, víctimas de la An-Nakba (catástrofe) ocurrida en 1948. Aspiramos y buscamos un mayor y más efectivo papel de Naciones Unidas en la búsqueda de una paz justa y total en nuestra región, que garantice los inalienables, legítimos derechos nacionales del pueblo palestino, tal y como se definen en las resoluciones de legitimidad internacional de Naciones Unidas.

Excelencias.
Señoras y señores.

Hace un año, en este mismo momento, en esta sala, distinguidos dirigentes se refirieron a los estancados esfuerzos de paz en la región. Todos tenían grandes esperanzas en una nueva ronda de negociaciones sobre el estatus final que había comenzado a primeros de septiembre en Washington, bajo los auspicios directos del presidente Barack Obama, con la participación del Cuarteto, de Egipto y Jordania, para alcanzar un acuerdo de paz en el plazo de un año. Llegamos a esas negociaciones con los corazones abiertos e intenciones sinceras, y preparados con nuestros documentos, papeles y propuestas. Pero las conversaciones se interrumpieron a las pocas semanas de haberse iniciado.

Después de esto, no nos dimos por vencidos y no cesamos en nuestros esfuerzos en iniciativas y contactos. Durante el pasado año no hay puerta a la que no hayamos llamado, ni canal que no hayamos probado, ni ningún camino que no hayamos tomado, y no hemos dejado de lado ningún partido con influencia y talla formal o informal al que no nos hayamos dirigido. Consideramos positivas algunas ideas y propuestas e iniciativas presentadas por muchos país y partidos. Pero todos esos esfuerzos sinceros y los intentos emprendidos por las partes internacionales fueron destruidos una y otra vez por las posiciones del gobierno israelí que, inmediatamente, desbarataba las esperanzas suscitadas al lanzar las negociaciones el pasado septiembre.

Y el problema central es que el gobierno israelí se niega a comprometerse con los términos de referencia de las negociaciones, que están basados en el Derecho internacional y en las resoluciones de Naciones Unidas; y que sigue intensificando frenéticamente la construcción de colonias en el territorio del Estado de Palestina.

La actividad de las colonias personifica la esencia de la política de ocupación colonial militar del territorio del pueblo palestino y toda la brutal agresión y discriminación racial contra nuestro pueblo que esta política acarrea. Esta política, que constituye una violación del Derecho Internacional Humanitario y de las resoluciones de Naciones Unidas, es la causa principal del fracaso del proceso de paz, del colapso de docenas de oportunidades, y del entierro de las grandes esperanzas surgidas a partir de la firma de la Declaración de Principios de 1993 entre la Organización para la Liberación de Palestina e Israel, para lograr una paz justa que iniciara una nueva era en nuestra región.

Los informes de las misiones de Naciones Unidas, al igual que los de varias instituciones israelíes y de la sociedad civil, transmiten una imagen horrible de la dimensión de la campaña de colonización, de la que que el gobierno israelí no duda en jactarse, y que continúa ejecutando por medio de la sistemática confiscación de territorio palestino y la construcción de miles de nuevas unidades de asentamiento en varias zonas de Cisjordania, y especialmente en Jerusalén Este, y acelerando la construcción del Muro de anexión que está devorando grandes extensiones de nuestro territorio, dividiéndolo en islas y cantones separados y aislados, destruyendo la vida de las familias y las comunidades y los medios de subsistencia de decenas de miles de familias. El poder ocupante también continúa negándose a permitir que nuestro pueblo construya en la ocupada Jerusalén Oriental, al mismo tiempo que intensifica, desde hace décadas, una campaña de demolición y confiscación de viviendas, desplazando a los propietarios y residentes palestinos bajo una múltiple política de limpieza étnica destinada a alejarlos de su patria ancestral. Además, se han emitido órdenes para deportar a representantes electos de la ciudad de Jerusalén. El poder ocupante también continúa emprendiendo excavaciones que amenazan nuestros Santos Lugares, y sus puestos de control militares impiden a nuestros ciudadanos el acceso a sus mezquitas e iglesias, y sigue sitiando la Ciudad Santa con una anillo de asentamientos dispuestos para separar la Ciudad Santa del resto de las ciudades palestinas.

La ocupación es una carrera contra el tiempo para redibujar las fronteras de nuestro territorio de acuerdo a lo sus deseos, y para imponer un hecho consumado en el terreno que cambia la realidad y que está socavando la posibilidad de la existencia del Estado de Palestina.

Al mismo tiempo, el poder ocupante continúa imponiendo un bloqueo a la Franja de Gaza que tiene a civiles palestinos como blanco de asesinatos, ataques aéreos y fuego de artillería, persistiendo, desde hace tres años, en su guerra de agresión a Gaza, con un resultado de destrucción masiva de viviendas, escuelas, hospitales y mezquitas y de miles de mártires y heridos.

El poder ocupante también sigue con sus incursiones en zonas de la Autoridad Nacional Palestina, por medio de redadas, detenciones y asesinatos en los puestos de control. En los últimos años, las acciones criminales de las milicias de colonos armados, que gozan de protección especial del ejército de ocupación, han insistido en la comisión de ataques frecuentes contra nuestro pueblo, dirigidos contra sus hogares, escuelas, universidades, mezquitas, campos, cultivos y árboles. A pesar de nuestras repetidas advertencias, el poder ocupante no ha hecho nada para frenar estos ataques, y lo consideramos totalmente responsables por los crímenes de los colonos.

Estos son sólo unos pocos ejemplos de la política de ocupación israelí de asentamientos coloniales, y esta política es responsable del continuado fracaso de los sucesivos intentos internacionales para salvar el proceso de paz.

Esta política destruirá las oportunidades de lograr una solución de dos Estados sobre la que hay un consenso internacional, y aquí advierto en voz alta: esta política de asentamientos también amenaza con destruir la estructura de la Autoridad Nacional palestina e incluso su existencia.

Además, ahora nos enfrentamos a la imposición de nuevas condiciones no planteadas previamente, condiciones que van a transformar el violento conflicto de nuestra inflamada región en un conflicto religioso y una amenaza al futuro de un millón y medio de palestinos cristianos y musulmanes, ciudadanos de Israel, un asunto que rechazamos, para nosotros no es posible aceptar vernos arrastrados a ello.

Todas estas medidas adoptadas por Israel en nuestro país son medidas unilaterales y no están basadas en ningún acuerdo previo. De hecho, de lo que somos testigos es de una aplicación selectiva de los acuerdos con el fin de perpetuar la ocupación. Israel volvió a ocupar las ciudades de Cisjordania de manera unilateral y restableció la ocupación civil y militar de manera unilateral, y es quien determina si un ciudadano palestino tiene o no derecho a residir en cualquier parte del territorio palestino. Y confisca nuestras tierra, y nuestra agua, e impide nuestro movimiento y el movimiento de nuestras mercancías. Y obstruye el destino de todos nosotros. Todo esto de manera unilateral.

Excelencias.
Señoras y señores.

En 1974, nuestro difunto líder Yasser Arafat vino a esta sala y dio garantías a los miembros de la Asamblea General de nuestro empeño positivo por la paz, instando a Naciones Unidas a hacer valer los inalienables derechos nacionales del pueblo palestino, declarando: “No permitan que la rama de olivo caiga de mi mano”.

En 1988, el presidente Arafat habló de nuevo ante la Asamblea General, reunida en Ginebra para escucharlo, y presentó el programa de paz palestino, adoptado por el Consejo Nacional Palestino en sesión que se había celebrado aquel año en Argelia.

Al adoptar aquel programa dimos un paso doloroso y muy difícil para todos nosotros, especialmente para aquellos, entre los que me encuentro, que fueron obligados a abandonar sus hogares, sus ciudades y pueblos, llevando sólo algunas de nuestras pertenencias, nuestro dolor, nuestra memoria y las llaves de nuestros hogares, hacia los campos del exilio y la diáspora, en la Nakba de 1948, una de las peores operaciones de desarraigo, destrucción y eliminación de una sociedad vibrante y cohesionada que había contribuido de forma pionera y destacada al renacimiento cultural, educativo y económico del Medio Oriente Árabe.

A pesar de todo, porque creemos en la paz y por nuestra fe en la legitimidad internacional, y porque tenemos el coraje de tomar decisiones difíciles para un pueblo, y en ausencia de justicia absoluta, decidimos adoptar el camino de la justicia relativa, justicia que es posible y podría corregir parte de la gran injusticia histórica cometida contra nuestro pueblo. Y así, acordamos establecer el Estado de Palestina en sólo el 22% del territorio de la Palestina histórica, en todo el Territorio Palestino ocupado por Israel en 1967.

Nosotros, al dar este histórico paso, que fue bien recibido por los Estados del mundo, hicimos una gran concesión con el fin de lograr un compromiso histórico que permitiera hacer la paz en la tierra de la paz.

En los años siguientes, desde la Conferencia de Madrid y las negociaciones de Washington que llevaron a los Acuerdos de Oslo, firmados hace 18 años en el jardín de la Casa Blanca, y que se vincularon a las cartas de reconocimiento mutuo entre la OLP e Israel, nosotros perseveramos y nos ocupamos de manera positiva y responsable de todos los esfuerzos encaminados al logro de una acuerdo de paz duradero. Sin embargo, como hemos dicho antes, cada iniciativa, y cada conferencia, y cada nueva ronda de negociaciones, y cada movimiento se ha topado contra la roca del proyecto de expansión colonial israelí.

Excelencias.
Señoras y señores.

Ratifico, en nombre de la Organización para la Liberación de Palestina, la única legítima representante del pueblo palestino, lo que seguirá siendo así hasta el fin del conflicto en todos sus aspectos, y hasta la resolución de todas las cuestiones relativas al estatus final, lo siguiente:

El objetivo del pueblo palestino es la consecución de sus inalienables derechos nacionales en su Estado de Palestina independiente, con Jerusalén Este como capital, en todo el territorio de Cisjordania, incluido Jerusalén Este, y de la Franja de Gaza, que fue ocupado por Israel en la guerra de junio de 1967, en conformidad con las resoluciones de derecho internacional, y con el logro de una solución justa y conveniente de la cuestión de los refugiados palestinos, de acuerdo con la resolución 194, como se estipula en la Iniciativa de Paz Árabe que presenta la visión de consenso árabe para resolver la esencia del conflicto árabe-israelí y lograr una paz justa y global. Nos ratificamos en esto, y para lograrlo es para lo que trabajamos. El logro de esta deseada paz exige también la liberación de los prisioneros y detenidos políticos en las cárceles israelíes, sin demora.

La OLP y el pueblo palestino ratifican la renuncia a la violencia y rechazan y condenan el terrorismo en todas sus formas, especialmente el terrorismo de Estado; y ratifica todos los acuerdos firmados entre la Organización para la Liberación de Palestina e Israel.

Nos adherimos a la opción de negociar una solución duradera al conflicto, de acuerdo con las resoluciones de derecho internacional. Aquí, declaro que la Organización para la Liberación de Palestina está lista para volver inmediatamente a la mesa de negociación sobre las bases de los términos de referencia adoptados, basados en el derecho internacional y en el cese total de la actividad de los asentamientos.

Nuestro pueblo continuará su resistencia popular pacífica contra la ocupación israelí, sus colonias, su política de apartheid y la construcción del racista Muro de anexión, y recibirá apoyo para su resistencia, lo que es coherente con el Derecho Internacional Humanitario y con las convenciones internacionales y cuenta con el apoyo de los activistas por la paz de Israel y de todo el mundo, que es un gran ejemplo, inspirador y valiente de la fortaleza de esta gente indefensa, armada únicamente con sus sueños, su coraje su esperanza y sus consignas frente a las balas, tanques, gases lacrimógenos y excavadoras.

Traer nuestra difícil situación y nuestro caso ante esta tribuna internacional, es una ratificación de nuestra confianza en la opción política y diplomática, y es la confirmación de que no damos pasos unilaterales. Nuestros esfuerzos no van dirigidos a aislar, o a deslegitimar a Israel, más bien buscamos ganar legitimidad para la causa del pueblo de Palestina. Lo que únicamente queremos deslegitimar es la actividad de las colonias, la ocupación, el apartheid y la lógica de la fuerza bruta, y creemos que todos los países del mundo están con nosotros en este sentido.


Estoy aquí para decir, en nombre del pueblo palestino y de la Organización para la Liberación de Palestina: tendemos nuestras manos al gobierno israelí y al pueblo israelí para hacer la paz. Yo les digo: construyamos juntos, urgentemente, un futuro para nuestros hijos, en el que puedan gozar de libertad, seguridad y prosperidad. Construyamos puentes de diálogo en lugar de puestos de control y muros de separación, construyamos relaciones de cooperación que se basen en la igualdad y la equidad entre dos Estados vecinos, Palestina e Israel, en lugar de políticas de ocupación, colonias, guerra y eliminación del otro.

Excelencias.
Señoras y señores.

A pesar del incuestionable derecho de nuestro pueblo a la autodeterminación y a la independencia de nuestro Estado, como se estipula en las resoluciones internacionales, en los últimos años aceptamos participar en lo que parece ser una prueba para nuestra dignidad, derecho e idoneidad. Durante los dos últimos años, nuestra autoridad nacional ha ejecutado un programa de instauración de las instituciones de nuestro Estado. A pesar de lo extraordinario de la situación y de los obstáculos impuestos por Israel, se lanzó un serio y amplio proyecto que incluía la ejecución de planes para mejorar y promover el poder judicial y el aparato de mantenimiento del orden y la seguridad; para desarrollar los sistemas administrativo, financiero, y de vigilancia; para modernizar el funcionamiento de las instituciones; y para mejorar la seguridad en nosotros mismos y reducir la necesidad de ayuda externa. Gracias a la ayuda de los países árabes y de países amigos donantes, se han llevado a cabo una serie de grandes proyectos de infraestructura destinados a diversos aspectos de servicios, con especial atención en las áreas rurales y marginadas.

En medio de este enorme proyecto nacional, hemos fortalecido lo que pretendemos sean las características de nuestro Estado: desde la preservación de la seguridad y el orden público para los ciudadanos, a la promoción de la autoridad judicial y el imperio de la ley; el fortalecimiento del papel de la mujer por medio de la normativa, las leyes y la participación; a garantizar la protección de las libertades públicas y el fortalecimiento del papel de las instituciones de la sociedad civil; la institucionalización de normas y regulaciones para asegurar la rendición de cuentas y la transparencia en nuestros ministerios y departamentos; a la consolidación de los pilares de la democracia como base de la vida política palestina.

Cuando la división golpeó la unidad de nuestra patria, pueblo e instituciones, nos determinamos a adoptar el diálogo para restaurar nuestra unidad. Lo logramos hace algunos meses, acordando la reconciliación nacional, y esperamos que se acelere su implementación en las semanas próximas. El pilar fundamental para esta reconciliación consistía en encomendarse al pueblo, por medio de elecciones legislativas y presidenciales, en el plazo de un año, porque el Estado que queremos es un Estado que se caracteriza por el imperio de la ley, la práctica democrática y la protección de las libertades y la igualdad de todos los ciudadanos, sin discriminación, y el traspaso del poder por medio de las urnas.

Los informes emitidos recientemente por Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Comité Especial de Enlace (AHLC) y el Fondo Monetario Internacional, confirman y alaban lo que se ha logrado, y lo consideran un ejemplo notable y sin precedentes. La conclusión consensuada del AHLC, describió, hace pocos días aquí, lo que se ha llevado a cabo como “una notable historia de éxito internacional”, y confirmó la preparación del pueblo palestino y sus instituciones para la inmediata independencia del Estado de Palestina.

Excelencias, Señoras y señores, Ya no es posible corregir el problema del bloqueado horizonte de las conversaciones de paz con los mismos medios y métodos que se han ensayado y probado repetidamente, sin éxito, durante los últimos años. La crisis es demasiado profunda como para dejarla a un lado, y lo más peligroso es que se trate simplemente de eludirla, o de aplazar su explosión.

Ya no es posible, ni práctico, ni aceptable volver a llevar los asuntos como de costumbre, como si todo fuera bien. Es inútil ir a negociar sin parámetros claros y carentes de credibilidad y agenda específica. Las negociaciones no tendrán sentido mientras el ejército de ocupación, sobre el terreno, siga atrincherado en su ocupación en lugar de marcharse, y se continué alterando la demografía de nuestro país con el fin de crear una nueva base para modificar las fronteras.

Excelencias, Señoras y señores, Es la hora de la verdad y mi pueblo espera la respuesta del mundo. ¿Se va a permitir que Israel continúe la ocupación, la única ocupación en el mundo? ¿Se va a seguir permitiendo que Israel sea un Estado por encima de la ley y de la rendición de cuentas? ¿Se va a seguir permitiendo que Israel ignore las resoluciones del Consejo de Seguridad, y de la Asamblea General de Naciones Unidas, y del Tribunal Internacional de Justicia, y las posiciones de la mayoría de los países del mundo?

Excelencias, Señoras y señores, Hoy vengo ante ustedes desde Tierra Santa, la tierra de Palestina, la tierra de mensajes divinos, de la ascensión del profeta Muhammad (la paz sea con él), y el lugar de nacimiento de Jesucristo (la paz sea con él), para hablar en nombre del pueblo palestino, de la patria y de la Diáspora, para decir, después de 63 años de sufrimiento y Nakba continua: ¡basta!. Es hora de que el pueblo palestino alcance su libertad y su independencia.

Ha llegado la hora de acabar con el sufrimiento y la difícil situación de millones de refugiados palestinos, de la patria y de la Diáspora, algunos de ellos obligados a buscar refugio en más de una ocasión en diferentes lugares del mundo, de acabar con su desplazamiento y de reconocer sus derechos.

En un momento en que los pueblos árabes ratifican su búsqueda de la democracia – la Primavera Árabe- es la hora de la Primavera Palestina, la hora de la independencia.

Ha llegado la hora de que nuestros hombres, mujeres y niños vivan vidas normales, de que puedan dormir sin esperar que el día siguiente les traiga lo peor; de que las madres tengan la seguridad de que sus hijos volverán a casa, sin el temor de que sean asesinados, detenidos o humillados; de que los estudiantes puedan ir a sus escuelas y universidades sin la obstrucción de los puestos de control. Ha llegado la hora de que las personas enfermas puedan llegar a los hospitales con normalidad; y de que nuestros agricultores puedan cultivar su tierra sin temor a que la ocupación se apodere de ella y de su agua; de que el muro impida el acceso, o del temor a los colonos para los que se construyen los asentamientos sobre nuestro territorio y que arrancan y queman nuestros olivos centenarios. Ha llegado la hora de que miles de prisioneros sean liberados de las cárceles y regresen con sus familias y sus niños para formar parte de la la construcción de su patria y de la libertad por la que se han sacrificado.

Mi pueblo quiere disfrutar de su derecho a una vida normal, como el resto de la humanidad. Cree lo que dijo el gran poeta Mahmud Darwish: “Permanecer aquí, estar aquí, permanentemente aquí, eternamente aquí, tenemos un objetivo, uno, uno: estar”

Excelencias.
Señoras y señores.

Apreciamos y valoramos enormemente las posiciones de todos los Estados que han apoyado nuestra lucha y nuestros derechos y reconocieron al Estado Palestino tras la declaración de independencia de 1988, e igualmente a los países que han reconocido recientemente al Estado de Palestina y que han elevado el nivel de la representación palestina en sus capitales. Saludo también al secretario general que dijo, hace unos pocos días, que el Estado palestino debía haber sido establecido ya hace años.

Estén seguros de que este apoyo a nuestro pueblo es más valorado por él de lo que puedan imaginar porque les hace sentir que hay alguien que escucha su narrativa y que su tragedia y los horrores de la Nakba y la ocupación, que tanto les han hecho sufrir, no son ignorados. Y fortalece su esperanza que deriva de la creencia de que la justicia es posible en este mundo. La pérdida de esperanza es el peor enemigo de la paz, la desesperanza es el más poderoso aliado del extremismo.

Yo digo: tras décadas de desplazamiento, y de ocupación colonial, y de sufrimiento permanente, ha llegado la hora para mi valeroso y orgulloso pueblo, de vivir como los demás pueblos de la tierra, libre, en una patria soberana e independiente.

Excelencias.
Señoras y señores.

Quisiera informarles que, antes de pronunciar este discurso, en mi calidad de presidente de el Estado de Palestina y de presidente del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina, he entregado a S.E. el Sr. Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, una solicitud de admisión de Palestina como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas, en base a las fronteras del 4 de junio de 1967, con Jerusalén Este como su capital.

Pido al Sr. secretario general que agilice el envío de nuestra solicitud al Consejo de Seguridad, y pido a los distinguidos miembros del Consejo de Seguridad que voten a favor nuestra candidatura. También apelo a los Estados que todavía no han reconocido al Estado de Palestina, q que lo hagan.

Excelencias.
Señoras y señores.

El apoyo de los países de todo el mundo a nuestro esfuerzo es una victoria de la verdad, la libertad, la justicia, la legalidad y la legitimidad internacional; es un gran ayuda para la opción de la paz y mejora las posibilidades de éxito de las negociaciones.

Excelencias.
Señoras y señores.

Vuestro apoyo al establecimiento del Estado de Palestina y de su admisión en Naciones Unidas como miembro de pleno derecho es una gran contribución a la paz en Tierra Santa.

Muchas gracias

Enlace: http://www.gloobal.net/iepala/gloobal/fichas/ficha.php?id=15473&entidad=Textos

Autores personales: García Albert, Remedios (Traductor/a)