Israel muestra signos de pánico ante las consecuencias de ocupar un "Estado". El veto de Washington forzará que en la ONU solo sea observador sin voto.
ENRIC GONZÁLEZ - El Cairo - 12/09/2011.- La Autoridad Palestina considera que su recurso a la ONU ya no tiene vuelta atrás. Pese a las amenazas de Estados Unidos e Israel y a las presiones de varios países europeos, el presidente Mahmud Abbas pedirá el reconocimiento internacional de Palestina como Estado y, muy probablemente, lo obtendrá en cuestión de pocas semanas. Abbas, sin embargo, está dispuesto a negociar las formas. La opción de convertirse en el miembro 194 de las Naciones Unidas con plenos derechos ya está descartada, por el anunciado veto de Washington. Parece más probable que su futura situación en la organización se parezca a la del Vaticano, observador sin derecho a voto. Pese a la rebaja en las aspiraciones palestinas, el Gobierno israelí muestra crecientes signos de pánico ante la evidencia de que pronto se convertirá en ocupante de un Estado, y no de unos "territorios".
Mahmud Abbas se ha reunido en El Cairo con Catherine Ashton, jefa de la diplomacia europea, con el fin de decidir la fórmula de acceso a la ONU. Para la Unión Europea es importante no aparecer dividida en la votación de la Asamblea General. Para los palestinos es importante no enajenarse las simpatías de Alemania, Reino Unido e Italia, los tres países más reticentes al reconocimiento. En principio, la UE pide a Abbas que acepte una demora en los reconocimientos bilaterales (Alemania no quiere intercambiar todavía embajadores), que se comprometa a reanudar las negociaciones con Israel lo antes posible y que descarte, al menos por un tiempo, la opción de presentar cargos contra Israel ante la Corte Penal Internacional.
Abbas esconde sus cartas. Prevé reunirse con los representantes de la Liga Árabe, pero, según fuentes próximas al presidente palestino, tratará de ser lo más ambiguo posible. "Su propósito es esperar hasta el viernes para anunciar en un discurso pronunciado dentro de su propio país, en Palestina, los detalles concretos", han añadido las mismas fuentes.
Tony Blair, el representante del Cuarteto (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y ONU), insiste todavía en proponer una reanudación de las negociaciones israelo-palestinas y en pedir que se aplace la iniciativa ante la ONU. Eso mismo hace Ehud Barak, ministro de Defensa y número dos del Gobierno israelí, quien reclama a Netanyahu un "gesto importante" que permita retomar el diálogo. Barak cree que ese "gesto" indeterminado aliviaría el aislamiento regional de Israel y restaría fuerza a la agresividad turca y al furor popular egipcio. Pero pocos creen posible que a estas alturas Netanyahu, que sigue aprobando la creación de nuevas colonias israelíes en los territorios ocupados, sea capaz de hacer renuncias de importancia: su electorado lo rechazaría.
Muchos diplomáticos extranjeros en Oriente Próximo se muestran pesimistas ante las consecuencias del reconocimiento de Palestina como Estado. Dan por seguro que Estados Unidos suspenderá su aportación anual a la Autoridad Palestina, cercana a los 500 millones de dólares (367 millones de euros), y que Israel adoptará todas las medidas posibles para dificultar la vida a los palestinos de Jerusalén Oriental y Cisjordania. Israel ya ha hecho saber que si la ONU reconoce la existencia del Estado palestino, los acuerdos de Oslo, el proceso de paz y la propia Autoridad Palestina carecerán de validez.
"Hoy hace exactamente 18 años que se firmaron los acuerdos de Oslo, creemos que esa vía ya se ha agotado",ha comentadoun miembro de Fatah, el partido de Mahmud Abbas. "Si hay represalias israelíes, las soportaremos como hemos soportado otras anteriormente", ha añadido.
El reconocimiento del Estado palestino no cambiará de forma inmediata la vida de los palestinos bajo la ocupación. Lo que cambiará será la situación de los ocupantes. Si la ONU acepta la fórmula de que las fronteras palestinas son las del armisticio de 1967 corregidas con intercambios, como propuso el propio Barack Obama hace unos meses, más de medio millón de israelíes serán considerados ocupantes de un país extranjero según la ley internacional. Y Palestina podrá pedir el ingreso en la Corte Penal Internacional y denunciar ante ella los actos que considere criminales por parte de Israel. Eso aterroriza a los dirigentes israelíes: la perspectiva de no poder salir del país por miedo a ser detenidos.
El Gobierno israelí ha repartido gases lacrimógenos y otras armas no letales a sus colonos para que se defiendan ante posibles marchas palestinas y prepara a sus soldados para hacer frente a eventuales disturbios por la alegría de unos y el enojo de otros.
Por el contrario, la Autoridad Palestina ha pedido a los activistas de distintas organizaciones que se mantengan pasivos, que eviten movilizaciones que puedan ser interpretadas como una provocación. "No atacaremos colonias ni puestos de control, pese a que a mí personalmente me gustaría; no queremos que las cosas se nos escapen de las manos como en la Segunda Intifada e Israel disponga de argumentos para endurecer la represión y para levantar nuevos muros", comenta Issa Amro, uno de los más importantes activistas palestinos de Hebrón.
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