sábado, 7 de diciembre de 2013

El elogio a Mandela de Obama, conmovedor e hipócrita

"Mi primera acción política, la primera implicación política que hice, fue una protesta contra el apartheid", dijo el presidente Obama en su elogio elocuente, conmovedor e hipócrita, a Nelson Mandela. Como activista ciudadano Obama se opuso al apartheid, y hoy, como presidente, está invirtiendo miles de millones de dólares en ayuda militar a un régimen israelí que, bajo cualquier lectura que se haga del Derecho Internacional, es un crimen de apartheid contra el pueblo palestino.

"Nuestra libertad está incompleta sin la libertad de los palestinos", dijo Mandela, famosa frase en 1997, y él caracterizó la postura de la ONU como "el reconocimiento de que graves e injustas violacionesde los Derechos Humanos fueron perpetradas en Palestina", yendo tan atrás como 1977. El arzobispo Demond Tutu y otros líderes sudafricanos han equiparado el régimen de Israel al Apartheid o peor, pidiendo boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel.


Si Obama retuviera la ayuda a Israel, condicionando a Israel al respeto del Derecho Internacional, los Derechos Humanos, la igualdad, y las resoluciones pertinentes de la ONU, su elogio de Mandela sería entendido como un líder digno de la etapa. Así las cosas, Obama está haciendo lo que muchos otros presidentes han hecho: la cooptación de un revolucionario para ocultar su propia vergüenza. Es una reminiscencia de aquellos gobiernos de los EE.UU. (incluyendo a Obama) que glorifican el discurso del Dr. King "Tengo un sueño" y el movimiento por la igualdad racial, eludiendo totalmente una crítica real sobre la guerra del Vietnam; su insistencia estridente sobre la no violencia como la base para un sociedad justa, y su acta de acusación del Imperio de EE.UU. como "el mayor proveedor de violencia en el mundo."

Tal vez Obama siente que no puede hacer nada mejor que lo que ha hecho, que está atado a la lona por el lobby de Israel, y cualquier medida para hacer frente a los israelíes sobre la colonización, violaciones de los Derechos Humanos, y así sucesivamente, sería un suicidio político. Sin embargo, en un segundo mandato sin reelección, a la vuelta de la esquina, ¿no va a ser al menos tan valiente como Bush padre y condicionar algunas de las ayudas en un cambio de comportamiento? Como ex presidente, liberado de las restricciones políticas, ¿va a recuperar el valor que tenía como activista ciudadano, y unirse a la lucha de hoy contra el apartheid?