lunes, 25 de febrero de 2013

Las Brigadas de Al Aqsa prometen vengar la muerte de un reo palestino

EL PAIS, David Alandete, Sair (Cisjordania), 25/2/2013.- Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado de Fatah, han prometido vengar la muerte de Arafat Jaradat, un palestino de 30 años que murió recientemente bajo custodia tras ser detenido por el Ejército de Israel, en el funeral celebrado en la localidad de Sair, en la que vivía junto a su mujer y a sus dos hijos. Las condiciones de detención de los más de 4.800 palestinos que se encuentran en las cárceles de Israel se han convertido en el detonante de una serie de protestas y disturbios que han recorrido Cisjordania en los pasados días.

Mientras acompañaban al cuerpo de Jaradat hasta un salón de bodas, que sirvió de tanatorio, situado junto a la gasolinera en que trabajaba, varios milicianos, con las caras cubiertas, dispararon ráfagas al aire con sus rifles. Los megáfonos despedían a Jaradat como a un mártir. A las calles llegaron unas octavillas en las que se leía: “Este horrible crimen no quedará impune y le prometemos a la ocupación sionista una respuesta”. Banderas palestinas y de Fatah, que gobierna Cisjordania, acompañaban al fallecido en diversos vehículos. Más de 8.000 personas acudieron al sepelio.



La Autoridad Palestina ha acusado a Israel de haber torturado a Jaradat. El domingo, el ministro de Detenidos palestino, Issa Qaraqaa, dijo en conferencia de prensa que “las pruebas corroboran que el señor Jaradat falleció a causa de torturas, algo corroborado por el hecho de que la autopsia demostró que su corazón estaba sano”. El Gobierno de Israel, por su parte, dijo que no se encontró en el cuerpo “traumatismos externos”, lo que para él confirma que la muerte fue natural. Jaradat presentaba dos hemorragias internas y dos costillas rotas, atribuidas a la reanimación del equipo médico.

El Ejército de Israel se halla en estado de alerta en el sur de Cisjordania, por los reiterados disturbios que se han registrado en los pasados días, que han provocado decenas de heridos. Esta mañana, los soldados cortaron la principal carretera que une Jerusalén con Hebrón, en cuyas inmediaciones se halla el pueblo donde vivía y fue enterrado Jaradat. Las razones que adujeron eran que los palestinos habían cortado partes de la vía con neumáticos ardiendo. El entierro se celebró en Zona A, que está bajo el total control civil y militar de la Autoridad Palestina.

Ayer varios asistentes al sepelio, hombres jóvenes, advertían del posible estallido de una tercera intifada. “Si es necesario lucharé contra los israelíes que mataron a uno de los míos”, aseguró Namur Aranuen, de 17 años, que dijo que era vecino y amigo de Jaradat. “¿Qué debería hacer? ¿Quedarme quieto? Debemos hacer algo”. Los palestinos se han enfrentado con piedras a los soldados. Estos han respondido con gas lacrimógeno y granadas de aturdimiento. Las ráfagas lanzadas con rifles ayer en Sair fueron una advertencia a Israel de que la situación puede quedar fuera de control.

En el Gobierno de Israel preocupa que Fatah no pueda controlar los disturbios, y que Palestina esté en llamas justo a menos de un mes de una visita a Jerusalén y Ramala del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. El primer ministro Benjamín Netanyahu envió el domingo a la Autoridad Palestina por vías oficiales un mensaje en el que le pidió que sus cuerpos de seguridad desperdiguen a las turbas y controlen la violencia. Mahmud Abbas, presidente palestino, ha dicho este lunes en un discurso en Ramala que el caso de la muerte de Jaradat “no se puede tratar a la ligera”.

“Estas son protestas por los derechos de todos los prisioneros. Hay miles de personas en prisión. La gente cree que fue torturado y que se tortura a otros detenidos. Se ve el enfado en la calle”, dijo en el entierro Shawan Jabarin, de 51 años, director general del centro de derechos humanos palestino Al Haq. “Se ve un ambiente propicio para una tercera intifada. Se ve todo sobre el terreno: los asentamientos [de judíos en Palestina], las restricciones al movimiento, los prisioneros, el bloqueo del proceso de paz. Todas estas cosas son un ambiente propicio para una intifada”.

El domingo, miles de presos y detenidos palestinos tomaron parte en una huelga de hambre de un día, en protesta por la muerte de Jaradat y en solidaridad con los cuatro reos Samer Issawi, Ayman Sharawneh, Jafar Azzidine y Tareq Qaadan, que llevan semanas sin comer. La huelga de hambre de Issawi ya dura más de 200 días. Este no sabe los delitos de los que se le acusa, algo que permite el código militar israelí vigente. Fue detenido en 2004, condenado a 25 años por disparar a coches israelíes y liberado junto a otros 1.026 presos en intercambio por el soldado israelí Gilad Shalit.

Según varias agrupaciones de derechos humanos, Issawi se halla bajo “detención administrativa”, una figura que le permite a Israel encarcelar a palestinos sin presentar cargo alguno, alegando motivos de riesgo a la seguridad nacional. A día uno de febrero había 178 en centros de detención israelíes, nueve de ellos miembros de la Cámara legislativa palestina, según la Asociación de Apoyo a los Prisioneros y Derechos Humanos Addameer.

Enlace: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/25/actualidad/1361787569_509522.html