El Ejecutivo de Benjamín Netanyahu ha llegado a un acuerdo con el movimiento islamista Hamás para que este libere al soldado israelí, secuestrado en junio de 2006, a cambio de un millar de presos palestinos. El pacto, recibido en la franja de Gaza con júbilo, fue calificado de “gran victoria para los palestinos” por Jaled Meshal, líder de Hamás, desde Damasco. Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y líder de Fatah —la facción rival de Hamás—, se felicitó por el inesperado anuncio.
El primer ministro israelí lo confirmaba pasadas las nueve de la noche (una hora menos en la Península), aunque en su gabinete imperaba la prudencia acerca de los términos del mismo. Netanyahu aseguró a los periodistas que Shalit podría reunirse con sus padres, Noam y Aviva, en cuestión de días. “Les he llamado y les he dicho que les devolvería a su chico”, dijo. Fuentes próximas a la familia señalaron que estos habrían sido informados del delicado estado de salud de su hijo.
Ante la noticia de la liberación de Shalit, sus padres ya han anunciado que levantarán el campamento que mantenían como protesta delante de la residencia de Netanyahu. “La protesta ha terminado su función y es hora de recoger y volver a casa”, ha dicho el padre del soldado secuestrado, Noam Shalit, rodeado de personas que se acercaron al lugar para celebrar la noticia. “Por lo que a nosotros respecta, el problema terminará cuando veamos a Gilad llegar a casa”, ha añadido su madre, asegurando que hasta que no le vean la alegría por ahora está contenida.
Abu Obeida, portavoz del brazo armado de Hamás, también confirmó desde Gaza el pacto, que contempla la liberación de un millar de presos (incluidos árabes israelíes con sentencias de cadena perpetua en cárceles de Jerusalén y Cisjordania) a cambio de Shalit.
Las negociaciones en la oficina de Netanyahu eran intensas bien entrada la noche, ya anunciado el acuerdo hasta que se sometió a votación. El Gobierno aprobaba pasada la medianoche por amplia mayoría el canje de presos. Mientras algunos ministros como Eli Yishai, de Interior, o Ehud Barak, responsable de Defensa, habían mostrado su apoyo desde el primer momento, otros como el titular de Exteriores, Avigdor Liberman, líder del partido ultraconservador Yisrael Beitenu, integrante de la coalición de Gobierno, se oponían. Al final, 26 ministros votaron a favor del acuerdo y tres en contra, informaron fuentes oficiales sin identificar a estos últimos.
Netanyahu explicó que el acuerdo se alcanzó tras unas negociaciones “largas y tediosas” con la mediación del servicio de inteligencia egipcio. Oficiales de ese país confirmaron la presencia de una delegación israelí en El Cairo que discretamente habría ultimado los detalles los últimos días con el jefe del brazo armado de Hamás, Ahmed al Jabari.
El número de presos palestinos que serán canjeados es de 1.027, entre ellos 27 mujeres. Su liberación se realizará por fases, comenzando por la puesta en libertad en los próximos días de entre 100 y 150. Completada esa primera fase, Hamás liberará a Gilad Shalit y lo dejará en manos del Gobierno egipcio, tras lo cual Israel liberará entre 350 y 400 nuevos presos. El destino final de los presos una vez excarcelados ha sido el principal escollo a superar en negociaciones previas (Israel exigía que no volvieran a los territorios, sino al exilio). Fuentes palestinas incluyen en la lista al líder de Fatah Maruán Barguti, que desde 2002 cumple cinco condenas a perpetuidad en Israel.
En Gaza reinaba el optimismo. La gente se echó a la calle para celebrar la noticia, aunque no faltaban los escépticos que aseguraban que no se creerían el acuerdo hasta tener a sus familiares en casa (pocas familias gazatíes se libran de tener algún miembro en una cárcel israelí).
La pregunta que muchos se hacen ahora es si el Gobierno de Netanyahu levantará el bloqueo que atenaza al más de millón y medio de palestinos de Gaza. El secuestro de Shalit, que provocó la guerra de Líbano de 2006, fue el motivo que argumentó Israel para endurecer el bloqueo de la Franja.
El acuerdo beneficia tanto a los líderes de Hamás, temerosos de que la primavera árabe desestabilice la Franja, como a Netanyahu en el peor momento de su legislatura, cuando la crisis social de los indignados amenaza con resquebrajar su coalición de Gobierno.