Bienal São Paulo
El los últimos días de agosto, 55 de los 68 aristas participantes en la exposición (incluida la vídeoartista israelí Yael Bartana) escribieron una carta abierta a la organización, Fundacão Bienal Sao Paulo, declarando que “en este momento en que el pueblo de Gaza retorna a los escombros que son ya sus hogares, destruidos por el ejército Israelí, no creemos que sea aceptable recibir patrocinio cultural de Israel. Aceptar esta financiación socava nuestro trabajo artístico en esta Bienal y lo utiliza de manera implícita para lavar la cara a las agresiones y violaciones del derecho internacional y los derechos humanos por parte de Israel. Rechazamos el intento de Israel de normalizar su presencia en el contexto de este importante evento cultural en Brasil”.
La voces de la organización boliviana feminista Mujeres Creando también se alzaron en contra este y otros patrocinios en solidaridad y respeto a la integridad ética de las y los artistas árabes, que rechazaban ser financiados por el estado israelí: “el conjunto de artistas presentes, o al menos una amplia mayoría, no sólo entendíamos perfectamente esta visión, sino que compartíamos el límite ético planteado por ellos y ellas”.
La organización de la Bienal decidió suspender el patrocinio estatal israelí a la totalidad de la muestra, limitándolo de manera directa y exclusiva a los artistas de origen israelí que así lo deseen.
Carta abierta a la Fundação Bienal de São Paulo
Los abajo firmantes, artistas participantes en la 31 Bienal, hemos sido confrontados, cuando el exposición está a punto de inaugurarse, con el hecho de que la Fundação Bienal de São Paulo ha aceptado dinero del Estado de Israel y de que el logotipo del Consulado de Israel aparece en el pabellón de la Bienal además de en sus publicaciones y sitio web.
En este momento en que el pueblo de Gaza retorna a los escombros que son ya sus hogares, destruidos por el ejército Israelí, no creemos que sea aceptable recibir patrocinio cultural de Israel. Aceptar esta financiación socava nuestro trabajo artístico en esta Bienal y lo utiliza de manera implícita para lavar la cara a las agresiones y violaciones del derecho internacional y los derechos humanos por parte de Israel. Rechazamos el intento de Israel de normalizar su presencia en el contexto de este importante evento cultural en Brasil.
Mediante esta declaración, llamamos a la Fundação Bienal de São Paulo a rechazar este patrocinio y a actuar con respecto a este hecho antes de la inauguración de la exposición.
São Paulo Bienal artists disassociate from Israeli funds
We, the majority of artists and participants of the 31st São Paulo Bienal who have opposed any association of our work with Israeli State funding, today had our appeal heard by the Fundação Bienal São Paulo.
Just one week ago we were confronted by the fact that the Israeli state is contributing to the funding of the exhibition as a whole, which for a majority of us is unacceptable. Following collective negotiations the Fundação Bienal de São Paulo has committed to clearly disassociate Israeli funding from the general funding of the exhibition. The logo of the Israeli Consulate, which was presented as a general sponsor of the event, will now only be related to those Israeli artists who received that specific financial support. This transparency will be applied to all state funding for artists in the Bienal.
We the artists and participants of the 31st São Paulo Bienal refuse to support the normalization of Israel’s ongoing occupation of the Palestinian people. We believe Israeli state cultural funding directly contributes to maintaining, defending and whitewashing their violation of international law and human rights.
The artists in this event have shown that they have agency in demanding transparency concerning the sponsorship of cultural events and they have raised the fundamental issue of how funding can compromise and undermine their work.
the struggle for self-determination of the Palestinian people is reflected in the work of many artists and participants in this Bienal that are involved with human rights and people’s struggles worldwide including Brazil. The oppression of one concerns that of all.
Lista de firmantes.
Logos que matan
María Galindo – Mujeres CreandoLa Bienal de Arte de São Paulo, como todos los grandes eventos de arte, tienen detrás, encima y por debajo una serie larga y pesada de auspicios empresariales que representan el núcleo del poder de las oligarquías, de los intereses de las empresas transnacionales y de las representaciones diplomáticas coloniales. Auspicios que expresan las redes de poder de la clase dominante en Brasil, como también del núcleo de los intereses capitalistas y coloniales en América Latina. Digo representaciones coloniales porque solo aparecen las de los países capitalistas del norte, que suelen dar dinero para la presencia de sus artistas asegurándose de esta manera la visibilidad permanente y fácil de los artistas europeos y norteamericanos.
Sin embargo, y a pesar de ello la Bienal de Arte de São Paulo no ha constituido una prolongación del imaginario de esta élite, sino que ha ido adquiriendo a lo largo de su historia la condición de novelesca sucesión de plataformas moldeadas más bien por la historia, por los contextos y las circunstancias. Una vez rota la lógica de las representaciones nacionales la curaduría se ha convertido en un escenario definitorio de los contenidos y propuestas de las bienales.
En ese contexto “la rebelión”, “el paréntesis abierto”, “el debate” ocurrido esta pasada semana frente a la presencia del Logo del Estado de Israel como auspiciante gracias a una suma ridícula de dinero que es necesario subrayar: cerca de 40.000 dólares de un conjunto de 10.000.000 que es el costo de la Bienal, ha supuesto la puesta en cuestión de la relación entre auspiciantes y arte.
Los y las artistas árabes, palestinas, libaneses afincados en la región en conflicto sentían afectada la integridad ética del sentido de su obra si ésta figuraba como auspiciada por un Estado genocida. Al mismo tiempo el conjunto de artistas presentes o al menos una amplia mayoría no sólo entendíamos perfectamente esta visión, sino que compartíamos el límite ético planteado por ellos y ellas. Se llegó a una solución con sabor a triunfo que supone la suspensión del link del logo del Estado de Israel con la web del consulado de Israel y la asociación del auspicio de manera directa y exclusiva con los artistas de origen israelí.
Para mi gusto una sugerencia que hubiera tenido un impacto político mayor, colocar de manera generalizada por parte de todos y todas quienes lo quisieran un logo específico de repudio del auspicio del Estado de Israel en la Bienal, quedó desechada por propia voluntad de los y las artistas de la región que tuvieron, por la implicancia directa, un poder especial de decisión sobre el conjunto.
Sin embargo, más allá de esta discusión permanece por debajo la cuestión de los auspicios en una larga serie de cuestiones que permanecen en el aire y que me gustaría repasar.
Si el logo del Estado de Israel es repudiable y afecta el contenido en cuanto a la consistencia ética de una obra, lo mismo acontece con el logo de Petrobras, de la Coca Cola (que hoy no está presente, pero que en un pasado cercano censuró como empresa una obra), el de Itau o del gobierno de la ciudad de São Paulo. Si como “artistas” ponemos en cuestión uno de esos logos deberíamos tener la capacidad de ponerlos a todos en cuestión.
Bajo esa lógica deberíamos preguntarnos si tiene sentido venir a una Bienal que está de antemano planteada en esos términos. Unos términos que no son excepcionales dentro el mundo de las instituciones de arte.
Son las clases dominantes que adoran auspiciar arte o porque les prestigia, o porque les purga las culpa, porque resulta otro campo de inversión, porque les permite deducir impuestos y poner dinero en sus propios hijos e hijas (los artistas), porque les otorga contenidos a sus desesperantes vidas, porque finalmente les divierte o por todas estas razones combinadas de diferentes maneras.
La negociación con el directorio de la fundación de la Bienal fue muy interesante porque textualmente ellos nos dijeron: “nosotros les ofrecemos 25.000 metros cuadrados (la cifra puede ser inexacta) de libertad de expresión que respetamos” y frente a eso ninguno dijo nada porque no teníamos nada que decir. Los 25.000 metros cuadrados de la Bienal no suponen el conjunto de la sociedad, sino un espacio limitado auspiciado y reglado. Cuando vinimos todos y todas lo sabíamos de antemano.
Los contenidos de las obras pueden ser afectadas por los auspiciantes de las obras y parece que no así los contenidos de las obras pueden ser afectantes de los auspiciantes de las obras. Aunque la verdad es que me divierte muchísimo a mí personalmente ver de forma directa cómo cada uno de esos logos empresariales que se encuentran en la planta baja deberán nomás ser asociados con el “Espacio para Abortar” creado por Mujeres Creando para esta ocasión.
Hay un tercer actor que a mis ojos supone el sentido real, al menos de mi presencia acá e inclusive de mi deseo de venir, y es el público. La cantidad de gente que viene, la cantidad de gente joven que viene, los debates que venimos a generar. Las condiciones de expansión en las cuales puedes expresarte en este inmenso pabellón. Grafiteo hace 20 años 4 ciudades de mi país y hago acciones en la calle sabiendo que seré jaloneada por la policía una y otra vez. Sustituir esas circunstancias por otras para de forma más reposada abrir un espacio en la Bienal me hace bien de forma directa, me desafía y al mismo tiempo me permite recoger una cantidad de información que en mi continua acción callejera resulta imposible.
Agradezco al equipo curatorial por su coherencia con nuestro trabajo y no lo hago por llunku (eso quiere decir “arrastrada” en jerga popular boliviana) sino porque todas y cada una de nuestras propuestas fueron respetadas, enriquecidas y dialogadas. Agradezco al equipo de producción por su compromiso y su profesionalidad. Por el respeto que hemos recibido tanto Esther Argollo como yo en todo momento.
La falta de cordialidad de miembros de la fundación, la mirada arrogante, la sonrisa socarrona y el desprecio con el que fueron recibidos mis reclamos durante la fiesta que la fundación nos hizo a los y las artistas para mí no es ninguna novedad, es el mismo desprecio con el que en mi país me tratan los banqueros, los empresarios, los policías y los gobernantes. Un desprecio por otro lado muy bien ganado de mi parte. Lo que piensen de nuestra obra los integrantes de esa élite, lo que piensen de mi persona no me interesa. No estoy haciendo carrera, ni he venido a vender nada. Que las élites se rían y se sigan riendo, su risa es compulsiva y nerviosa y su supuesto control de la creatividad a través del auspicio de la Bienal creo que está siendo puesto en cuestión de manera genial precisamente en esta Bienal.
Fuente: http://boicotisrael.net/bds/artistas-bienal-sao-paulo-financiacion-israeli/