Enlace: http://www.nodo50.org/csca/agenda11/palestina/arti206.html
Al Jazzera, The New York Times
CSCA, 11 de noviembre de 2011
Traducción: Juan Pablo Crespo.
Las Sesiones del Tribunal Russell en Sudáfrica han tocado una parte del corazón del sionismo: El apartheid que la legislación y prácticas israelíes practican contra la población palestina, las que diseñan la ocupación y expulsión. Desde el Fondo Nacional Judío, la ley de nacionalidad israelí, el rechazo al retorno de los refugiados palestinos, etc.
El Juez Goldstone, sudafricano, el mismo que presidió una Comisión de las Naciones Unidas que dictaminó los sucesos del ataque israelí entre diciembre de 2008 y enero de 2009, y que después intentó devaluar su propio informe tras las críticas recibidas de ambientes israelíes y judíos, acusándole de traidor y judío renegado (por lo visto, uno de los méritos de Goldstone para formar parte de la Comisión de las NNUU era su condición de pertenencia a dicha religión), rechaza la evaluación del Tribunal Russell. Acepta que se vulneran los derechos humanos por parte israelí, aunque también la argumentación israelí sobre el Muro, check point, etc., por lo que son coyunturales y no forman parte, según él, de un plan discriminatorio. Su posición es publicada en el The New York Times, periódico que suele divulgar los intereses del lobby proisraelí en los Estados Unidos.
Por su parte, el Profesor John Dugard, también sudafricano, ha desempeñado tareas de Juez ad hoc en la Corte Internacional de Justicia y como Relator Especial, tanto para la Comisión de las Naciones Unidas para los derechos Humanos y la Comisión de Derecho Internacional, experto en esta área de apartheid y ocupación le replica en la edición digital de Al Jazzira. (véase http://www.thejerusalemfund.org/ht/d/ContentDetails/i/5240 ) Desconocemos si lo intentó en The New York Times.
Publicamos ambos artículos, más dos extractos normativos sobre definiciones de racismo que pueden ayudar a la comprensión jurídica de esta lacra y la aplicación de las autoridades israelíes de políticas discriminatorias contra el pueblo palestino.
CSCA, 11 de noviembre de 2011
Apartheid y la ocupación de Palestina.John Dugard. Catedrático de Derecho Internacional, fue Relator Especial del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Ocupados Palestinos entre 2001 y 2008
Al Jazeera, 4 de noviembre de 2011
Traducción: Juan Pablo Crespo
Tal y como el Tribunal Russell entiende considerar el apartheid, Israel ya ha superado la era racista de Sudáfrica.
Esta semana, el Tribunal Russell para Palestina considerará la cuestión sobre si las prácticas israelíes en los Territorios Ocupados Palestinos (TOP) constituyen un delito de apartheid según se desprende de la Convención Internacional de 1973, sobre la supresión y castigo asociados al delito de apartheid. Esta Convención, que ha sido incorporada dentro del Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional, no está constreñida al apartheid en Sudáfrica. Más bien, en base al derecho internacional, considera criminales las prácticas que se asemejan al apartheid.
El Tribunal Russell fue creado en los años 60 por el filósofo Bertrand Russell para examinar los crímenes de guerra cometidos durante la guerra de Vietnam. Actualmente ha sido reactivado para analizar las violaciones del derecho internacional cometidas por Israel. No es un tribunal judicial, sino un tribunal compuesto por reputados juristas de diferentes países, que pretenden revisar si Israel ha vulnerado el derecho penal internacional y debería rendir cuentas por ello.
En esencia, el Tribunal Russell es un tribunal internacional de opinión pública. En Cape Town se aportarán pruebas dentro del ámbito de aplicación de la Convención sobre apartheid de 1973, sobre cómo se practicaba en Sudáfrica, sobre cómo se práctica en los TOP, especialmente en Cisjordania, y sobre el hecho de si esas prácticas son estrechamente parecidas a aquellas de apartheid para considerarlas dentro de las prohibiciones de la Convención del Apartheid de 1973. El gobierno israelí ha sido invitado a testificar ante el Tribunal, pero hasta ahora no ha respondido a la invitación. Por lo tanto e inevitablemente, la mayoría de las pruebas serán críticas con Israel.
Israel no puede rendir cuentas de sus acciones por ningún tribunal internacional ya que se niega a aceptar la jurisdicción, tanto del Tribunal Internacional de Justicia, como del Tribunal Penal Internacional. El Tribunal Russell pretende subsanar esta anomalía en el sistema internacional de justicia, procurando que tales responsabilidades sean dirimidas por un tribunal internacional de opinión. No se pretende obstruir el proceso de paz, más bien al contrario, desea promoverlo. Pero no puede existir paz sin justicia. Este es un principio básico al que Richard Goldstone, quién ha escrito un artículo criticando al Tribunal Russell (Israel and the Apartheid Slander, – Israel y la calumnia del Apartheid- New York Times, Octubre 31, 2011), dedicó buena parte de su vida como fiscal ante el Tribunal de Yugoslavia.
¿Es exacto decir, como lo hace Richard Goldstone, que no hay base para comparar aquel apartheid con la ocupación de los TPO por Israel? ¿Es cierto, como dice, que tales insinuaciones son “dañinas” e “imprecisas” o ¿hay base para esas insinuaciones?
Desde luego los regímenes de apartheid y ocupación son diferentes. El apartheid sudafricano presentaba un estado que practicaba la discriminación contra su propio pueblo. Perseguía la fragmentación del país en una Sudáfrica blanca frente a bantustanes negros. Su legislación de seguridad era utilizada para anular brutalmente la oposición al apartheid. Israel, por su parte, es una potencia ocupante que controla un territorio extranjero y a su pueblo bajo un régimen reconocido por el derecho internacional – ocupación beligerante.
Sin embargo, en la práctica hay poca diferencia. Ambos regímenes estaban/están caracterizados por la discriminación, represión y fragmentación territorial (esto es, apropiación de tierra).
Israel practica la discriminación contra los palestinos en Cisjordania y Jerusalén Este en favor de medio millón de colonos israelíes. Las restricciones a la libertad de movimiento, manifestadas por los incontables e humillantes puestos de control, se asemejan a las “leyes de paso” del apartheid. La destrucción de casas en Palestina se parece a la destrucción de casas pertenecientes a la población negra que se materializó en el apartheid a través del Decreto por Grupos de Áreas. La confiscación de granjas palestinas bajo pretexto de construir un muro de seguridad nos retrotrae a recuerdos similares. Y así sucesivamente, de hecho Israel ha ido más allá del apartheid de Sudáfrica construyendo carreteras separadas (y desiguales) para palestinos y colonos.
La policía de seguridad del apartheid practicó la tortura a gran escala. Lo mismo que hacen las fuerzas de seguridad israelíes. Había muchos prisioneros políticos en Robben Island, pero hay más prisioneros políticos palestinos en las cárceles israelíes.
En el apartheid de Sudáfrica la tierra de los negros se la apropiaban los blancos. Israel se ha adueñado de la tierra de los palestinos para albergar a medio millón de colonos y con el propósito de construir un muro de seguridad dentro del territorio palestino – estando ambos hechos en contra del derecho internacional.
La mayoría de los sudafricanos que visitan Cisjordania quedan impactados por las similitudes entre el apartheid y las prácticas que Israel lleva a cabo allí. Hay suficientes pruebas para el Tibunal Russell como para dirigir una investigación sobre si Israel viola las prohibiciones sobre apartheid estipuladas en la Convención sobre Apartheid de 1973 y en el Estatuto de Roma.
John Dugard es catedrático de derecho internacional, autor de un amplio estudio sobre las leyes de apartheid (Human Rights and the South African Legal Order (1978)) y durante siete años (2001 – 2008) fue Relator Especial del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Ocupados Palestinos.
Los puntos de vista expresados en este artículo son propios del autor y no necesariamente reflejan la política editorial de Al Jazzera.
Fuente:Al Jazeera
http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/11
http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/profile/john-dugard.html
Israel y la calumnia del ApartheidRichard J. Goldstone.
Tradución: Juan Pablo Crespo
The New York Times, 31 de octubre de 2011
La solicitud por parte de la Autoridad Palestina para entrar a ser miembro de pleno derecho de Naciones Unidas abre la posibilidad para alguna solución de dos estados mediante el aumento de la presión. La necesidad de reconciliación entre israelíes y palestinos nunca ha sido tan grande. Por ello, es importante separar la crítica legítima a Israel de los intentos dirigidos a aislarlo, demonizarlo y deslegitimarlo.
Uno particularmente dañino y de persistente falsedad que está emergiendo otra vez es que Israel planifica políticas de “apartheid. En Ciudad del Cabo y comenzando el sábado, una organización no gubernamental llamada el Tribunal Russell sobre Palestina convocará una “audiencia” para determinar si Israel es culpable del crimen de apartheid. Esto no es un “tribunal”. La “prueba” es que será unilateral y los miembros del “jurado” son críticos cuyas duras opiniones sobre Israel son bien conocidas.
Mientras que “apartheid” puede tener un amplio significado, su utilización sirve para evocar la situación de Sudáfrica anterior a 1994. Es una calumnia injusta e imprecisa contra Israel, calculada para retrasar más que para avanzar las negociaciones de paz.
Conozco demasiado bien toda la crueldad del aborrecible sistema del apartheid sudafricano, mediante el que seres humanos tipificados como negros no tenían derecho a votar, ocupar cargos políticos, utilizar lavabos o playas para “blancos”, casarse con blancos, vivir en áreas exclusivas para blancos o incluso estar allí sin un “pase”. Negros gravemente heridos en accidentes de coche podían desangrarse hasta morir si no había una ambulancia para “negros” que los llevará rápidamente a un hospital para “negros”. A los hospitales de “blancos” les estaba prohibido salvar sus vidas.
Al imputar la acusación de que Israel planifica políticas de apartheid, las cuales son por definición fundamentalmente sobre raza y etnicidad, es importante distinguir primero entre las situaciones en Israel, donde los árabes son ciudadanos, y en áreas de Cisjordania que quedan bajo control israelí a falta de un acuerdo de paz.
En Israel no hay apartheid. Nada allí llega a encajar con la definición de apartheid en base al Estatuto de Roma de 1998: “Actos inhumanos…cometidos en el marco de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemática por un grupo racial sobre otro grupo o grupos raciales, cometidos con la intención de mantener ese régimen.” Los árabes israelíes – 20 por ciento de la población de Israel – votan, tienen partidos políticos y representantes en la Knesset y ocupan puestos relevantes, incluyendo su Tribunal Supremo. Los enfermos árabes reposan junto a enfermos judíos en hospitales israelíes, recibiendo idéntico tratamiento.
Para estar seguros, hay más separación de hecho entre poblaciones judías y árabes que los israelíes aceptarían. Buena parte de esto es elegido por las propias comunidades. Algo proviene de la discriminación, pero no es apartheid, que conscientemente abriga la separación como un ideal. En Israel, la igualdad de derechos es ley, la aspiración y el ideal; las desigualdades en ocasiones se dirimen con buen resultado en los tribunales.
La situación en Cisjordania es más compleja, pero aquí también no hay intención de mantener “un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemática por un grupo racial.” Esta es una diferencia crucial, incluso si Israel actúa opresivamente hacía los palestinos allí. La separación racial impuesta en Sudáfrica tenía la pretensión de beneficiar permanentemente a la minoría blanca en detrimento de otras razas. En contraste, Israel ha asumido el concepto de la existencia de un estado palestino en Gaza y casi de toda Cisjordania, y hace llamamientos a los palestinos para negociar los parámetros.
Pero, hasta que haya una paz de dos estados, o al menos durante el tiempo que los ciudadanos de Israel se encuentren bajo la amenaza de ataques desde Cisjordania y Gaza, Israel considerará los bloqueos de carretera y medidas similares como necesarias para su autodefensa, al mismo tiempo los palestinos se sentirán oprimidos. Tal como están las cosas, a los ataques desde una parte se responderá con contraataques desde la otra. Y los temas de fondo, demandados y contrademandados sólo se encallan cuando se apela a la agresiva analogía del “apartheid”.
Aquellos que buscan promover el mito del apartheid israelí, con frecuencia se refieren a los enfrentamientos en Cisjordania entre los soldados israelíes fuertemente armados y los palestinos lanzando piedras, o a la construcción que ellos definen como “muro del apartheid”, y al tratamiento diferenciado en las carreteras de Cisjordania. Mientras tales imágenes parecieran invitar a una comparación superficial, resulta intencionado utilizarlas para deformar la realidad. La barrera de seguridad fue construida para frenar los implacables ataques terroristas; y en tanto la misma ha causado grandes trastornos en lugares, el tribunal supremo israelí ha ordenado al estado en muchos casos modificar el trazado para minimizar daños irracionales. Las restricciones en carreteras se vuelven más agresivas después de ataques violentos y se relajan cuando la amenaza se reduce.
Por supuesto, el pueblo palestino tiene aspiraciones nacionales y derechos humanos que todos deben respetar. Pero aquellos que confrontan las situaciones en Israel y Cisjordania asemejándolas con la antigua Sudáfrica prestan un mal servicio a todos los que tenemos esperanza en la justicia y la paz.
Las relaciones entre judíos y árabes en Israel y Cisjordania no pueden simplificarse a un relato de discriminación judía. Hay hostilidad y suspicacias en ambas partes. Israel, única entre democracias, ha permanecido en un estado de guerra con muchos de sus vecinos que se niegan a aceptar su existencia. Incluso algunos árabes israelíes, por ser ciudadanos de Israel, han estado en tiempos bajo la sospecha de otros árabes como resultado de esa permanente enemistad.
El reconocimiento mutuo y la protección de la dignidad humana de todos los pueblos es indispensable para poner fin al odio y la indignación. La acusación de que Israel es un estado que practica el apartheid es tan falsa y maliciosa que impide, más que ayuda, a la paz y la armonía.
Richard J. Goldstone, antiguo magistrado del Tribunal Constitucional de Sudáfrica, dirigió la misión de investigación de Naciones Unidas en el conflicto de Gaza de 2008-9
Una version de este artículo apareció impresa el 1 de noviembre de 2011, en la página A27 de la edición de New York con el título: Israel y el Apartheid
http://www.nytimes.com/2011/11/01/opinion/israel-and-the-apartheid-slander.html?_r=2
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