El barco francés rompe el cerco y logra encaminarse a Gaza, aunque Israel sostiene que han dado la vuelta. Los tripulantes del 'Gernika' ocupan la Embajada para reclamar la atención y protección del Gobierno español. Los organizadores sostienen que aún hay dos barcos en lugares desconocidos listos para emprender la travesía
06.07.2011 · Carmen Rengel · (Jerusalén).- El calendario se ve llenando de tachones. “Hoy sale la Segunda Flotilla de la Libertad”. No. Dentro de tres días. No. Mañana. No. Pronto. Es la respuesta más aproximada que pueden dar sus organizadores. La comitiva ya está mermada, de 15 barcos y mil activistas se ha pasado a un 60%. Lo que no se reducen son las 5.000 toneladas de ayuda humanitaria que quieren llevar a Gaza. Sus días se iban consumiendo lentos en los puertos del Mediterráneo, entre Italia y Grecia. Días desesperantes, hasta que dos naves dieron el paso, rompiendo la orden del Gobierno heleno de no permitir la navegación a quien pretendiera poner rumbo a Gaza. Primero fueron los norteamericanos y los canadienses y ayer le tocó el turno de poner su grito en las agendas políticas mundiales a los franceses y españoles.
Este nuevo día, con esperanza y desaliento compitiendo por arañar minutos en la jornada, arrancó con la ilusión de una meta lograda: los activistas del buque galo, el Dignité-Al Karama,lograron zafarse del cerco de las patrulleras griegas y se hicieron a la mar, llegando aaguas internacionales. Llevaban ya cinco días anclados, esperando a sus compañeros, pero lejos de los puertos, lejos de tierra, intentando evitar sabotajes como los sufridos por tres de los buques. La atención de la Armada y los guardacostas, centrada en los atraques en tierra, les permitió ganar terreno y así pudieron pasar desde Córcega, donde estaban parados. En este pequeño barco, de apenas 19 metros, viajan ocho personas, entre ellas un antiguo candidato presidencial francés de izquierda, Olivier Besancenot, la eurodiputada de Los Verdes Nicole Kiil-Nielsen, y la reputada sindicalista Annick Coupé. Las noticias fueron muy contradictorias durante todo el día, pero al cierre de esta edición la radio militar israelí confirmó que habían regresado a aguas griegas porque decidieron no seguir su travesía en solitario, mucho más peligrosa si llegaban a toparse con los soldados israelíes. Fuentes cercanas a la expedición, como Thomas Sommer, responsable de la campaña Un barco para Gaza, insistió vía telefónica en que el barco “está navegando en aguas internacionales de camino a Gaza“. “No es así. No vienen de camino, están en aguas griegas de nuevo, aunque atracarán en un punto distinto al de sus compañeros”, insistieron desde las Fuerzas Armadas de Israel, con información oficial del Ejecutivo griego.
Este agujero temporal, contrario a la orden de inmovilización dada por Grecia, se completó en tierra con la ocupación de la Embajada de España en Atenas por parte de 21 activistas, los componentes de la tripulación del Gernika, el barco fletado por españoles. Sin violencia, sin estridencias, accedieron al edificio, se dirigieron a un balcón y colocaron la bandera palestina en la fachada, una victoria simbólica con la que implicaban en su pelea al Ministerio de Exteriores y, por tanto, al Gobierno de España, que no ha arropado la iniciativa y se ha limitado a “desaconsejar” la expedición y a pedir a Israel una “respuesta prudente y proporcionada” para parar los buques. Los españoles se mantendrán en la embajada hasta que logren modificar el bloqueo, este segundo bloqueo inesperado, que los tiene atrapados en Grecia. “¡Tenemos nacionalidad española. Nuestro gobierno nos tiene que proteger!”, reivindicaron en una rueda de prensa, horas después de su conquista de la sede. Su acción tuvo eco en España, porque varios seguidores del movimiento pro-palestino boicotearon un acto de la cumbre de la Unión por el Mediterráneo en Barcelona. Intentaron mantener un encuentro con la titular española de Exteriores, Trinidad Jiménez, pero la seguridad lo impidió.
La pelea no sólo se juega en el mar, sino en los juzgados. El bloqueo a la travesía de los barcos norteamericano y canadiense ha tenido sus consecuencias legales. El patrón del primero (único detenido de esa tripulación) quedó ayer finalmente libre y se han retirado todos los cargos que había en su contra. Ha estado tres días apresado, en condiciones “lamentables”, sin apenas alimento ni agua, aislado, sin luz, denuncia Manolis Pefanakis, uno de sus asesores en Grecia. Otros dos canadienses y un australiano fueron detenidos tras el segundo parón a una nave, pero en este caso, aunque han pasado menos tiempo encerrados, su salida es menos tranquilizadora: dos van a ser imputados de cargos de obstrucción, ya que en este caso el barco sí fue abordado por agentes armados del Gobierno griego. Varios miembros del equipo canadiense confirmaron su buen estado de salud y ánimo.
Asalto militar griego al barco francés de la Flotilla
La espera en la otra orilla
Los días de incógnitas y vaivenes en aguas griegas están viviéndose de forma radicalmente distinta en Gaza y en Israel. En el territorio que espera la ayuda humanitaria que portan los barcos (lápices, libretas, medicinas), se han suspendido y reconvocado varias veces las fiestas de bienvenida previstas, organizadas por comités locales conectados durante el año a los activistas. Yaib Mussa, un joven médico de la Sociedad de Ayuda Médica Palestina, reconoce que trabajan “con el horizonte de que nada va a ocurrir“. “Los inconvenientes que pone Grecia son tan elevados como los que pone Israel. Esperábamos problemas, pero no tantos. Trabajamos con las previsiones de lo que tenemos, no de lo que vendrá. Personalmente, no soy optimista“, explica.
En Israel, por su parte, el debate social y mediático se ha rebajado notablemente. Se ha dormido. Ahora ya se da por seguro que la Flotilla no podrá llegar a Gaza, así que la prensa glosa las buenas relaciones con Grecia y el trabajo fino de diplomacia e intercambios que ha llevado a esta cooperación 100% efectiva. Tertulias y editoriales dan cuenta de cómo, desde hace año y medio, la buena sintonía personal entre los primeros ministros Yorgos Papandreu (socialista) y Benjamin Netanyahu (conservador) echó a andar una nueva etapa de relaciones sin precedentes. Intercambios en defensa, innovación, exportaciones… entendimiento que cristaliza, por ejemplo, en las maniobras militares que ambos gobiernos han acometido estas dos últimas semanas. Netanyahu, reconocen en el Ministerio de Exteriores, “sabía que este año la flotilla turca de 2010 sería la flotilla griega de 2011″, más aún tras la salida de la expedición del IHH, los patronos del Mavi Mármara, el buque insignia, donde nueve personas perdieron la vida tras el asalto de la Marina israelí frente a la costa de Ashdod.
Israel, sin embargo, no baja la guardia y mantiene un flujo constante de informaciones en las que destaca, por un lado, el flujo de ayuda humanitaria que llega a Gaza y, por otro, la “peligrosidad” de levantar el bloqueo marítimo. Ayer mismo se informó de la entrada de 233 camiones por el paso de Kerem Shalom, cargados de comida y fuel (unas 6.000 toneladas). Defensa sostiene que ese paso es “diario”, pero los reportes aduaneros reflejan que no es así, sino que se da entrada al material de forma ocasional. También ayer, las IDF difundieron un informe que se remonta a 20o1 para enumerar la quincena de casos en los que barcos han tratado de introducir armamento en la franja. La tesis del Gobierno de Tel Aviv se mantiene: hay “elementos peligrosos” en la flotilla y “no se descarta” que traigan armas. Pero son argumentos gastados tras una semana de espera. Otros temas, como las detenciones de rabinos por racismo, la posibilidad de ampliar los días no laborables o el alza desmesurada de los precios de alimentos básicos, son los que ocupan realmente a la población. Encontrar razonamientos sobre la flotilla o el bloqueo cuesta, aunque hay voces, siempre, dispuestas a hacerlo, como Isaac Laor: ”Gaza se ha convertido en un símbolo internacional de la crueldad de Israel, es una prueba más de la estupidez de nuestros gobernantes. La Operación Plomo Fundido y el bloqueo -ambos con un amplio consenso nacional- han hecho de Gaza un símbolo. La democracia israelí aparece como lo que realmente es: en el nombre de la mayoría (seis millones de judíos) se permite no hacer nada en favor de la minoría (cinco millones de árabes, en Israel y los territorios)”, decía el poeta en el diario Haaretz.
Hay otra vertiente muy tratada estos días por políticos y periodistas, que tiene que ver con la flotilla, pero con la del año pasado: entre las residuales informaciones sobre bloqueos, sabojates y abordajes, se han publicado las maniobras del Gobierno de Israel con el de Turquía para influir en las conclusiones de Naciones Unidas sobre las muertes delMármara. Fuentes diplomáticas de los dos Estados han confirmado que están tratando de mejorar sus relaciones bilaterales, muy tocadas tras la muerte de ocho turcos en el asedio al barco, y ahora, en esa línea de no agresión, los dos están haciendo lobby en Nueva York para que el llamado informe Palmer contente a todos. Así, el borrador podría cambiar parte del contenido dejando claro que la culpa como tal no fue ni de unos ni de otros. Todos contentos y la verdad bajo la alfombra. El documento final debe entregarse mañana, 7 de julio, como máximo. Por lo que ha trascendido, en este momento ni Israel ni Turquía salen bien parados; los primeros tienen una de cal, porque se avala la necesidad de parte del bloqueo en Gaza, y una de arena, porque se reprocha la excesiva dureza de la intervención de su Ejército. Los segundos, están muy enfadados por esa legitimación del bloqueo y de la intervención de Israel, y se llevan el reproche de amparar una iniciativa considerada no legal. Este asunto, entendido como un paso a la reapertura de vínculos comerciales, ha copado más tinta y tertulias que los intentos occidentales por escapar del cerco griego.
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