sábado, 9 de agosto de 2014

El rechazo a los bombardeos israelíes se traslada al consumo

Madrid, 6/8/2014.- “La campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones no se dirige solamente contra la ocupación en Gaza y Cisjordania, sino que también se ocupa del apartheid que se da dentro del propio Estado de Israel, en el territorio conquistado en 1948”, explica uno de los miembros de la iniciativa, Héctor Grad. “A los ciudadanos que no son judíos se los considera de segunda o tercera categoría y son discriminados en la vida social, en los presupuestos públicos, con un sistema educativo y sanitario separado del resto”. El objetivo de esta campaña es presionar a Israel para que cumpla con tres de las condiciones que todos los países de la ONU han aceptado: terminar con la discriminación sistemática dentro del Estado de Israel, devolver los territorios ocupados y permitir el retorno de los refugiados.


El boicot económico consiste en no comprar productos ni comerciar con empresas de Israel que vulneren la legalidad internacional, directa o indirectamente. En la página web se puede encontrar una serie de productos que presentan estas características. Grad explica que, si bien es cierto que en los códigos de barras el número 729 es el que le corresponde a Israel, no es la manera más fiable de localizarlos. “Lo que ocurre es que hay muchos productos que ya no llevan este código o que se enmascaran con otros códigos. Por eso nosotros, como grupo, incidimos más en que se mire el origen del producto que se vaya a comprar, que sí que suele estar escrito”.

Casos de éxito


A pesar de que el boicot contra los dátiles o las naranjas de la empresa AGREXO-CARMEL tuvo tal impacto que han tenido que cambiar de nombre a la compañía (ahora se llama MEA DREAM), Grad recuerda que el sector agropecuario ya no es uno de los pilares de la economía de Israel y, por tanto, no es el tipo de producto que más se comercializa. Según cuenta, actualmente la industria israelí se basa, por un lado, en “las armas y la tecnología de defensa así como los servicios de seguridad a todas las partes del mundo”. Por otro está la electrónica de alta tecnología, “mucha de ella orientada también a la seguridad. Por ejemplo, el software de detección facial en muchos aeropuertos es de este país”.

Un caso de éxito que ha tenido mucha repercusión es el de EOLIA, una compañía de infraestructuras de comunicación que “participaba en el proyecto de un tren ligero que unía el centro de Jerusalén con los asentamientos ilegales que rodeaban la ciudad”, cuenta. “Se hizo una campaña de boicot y EOLIA perdió cientos de millones de dólares hasta que se terminó retirando del proyecto”, recuerda Grad. Pero también está el de G4S, una compañía internacional de seguridad privada que trabajaba en las cárceles israelíes. “En el norte de Europa hubo una campaña bastante potente mediante la que varias empresas y universidades, por presión de los sindicatos de estudiantes, cancelaron su contrato con ellos. Hace un mes anunciaron que se retiran de las cárceles israelíes. Hasta que no lo verifiquemos no es seguro, pero es lo que han anunciado”, explica.

La otra pata: las desinversiones


Sin embargo, para Héctor Grad es más fácil comprobar si la campaña está teniendo éxito en lo relativo a otra de las facetas del boicot, la de la desinversión a las empresas, porque “suelen ser portada de los grandes medios económicos”. Recientemente, varios bancos del norte de Europa y los fondos de inversión estatales de Noruega y Holanda han vendido las acciones que tenían en la bolsa israelí. El motivo, que “mucha parte de ese dinero estaba invertido en tecnología israelí que, indirectamente, son parte del sistema de defensa o producen tecnología que sirve para la ocupación”. Hay una directiva dentro de la UE que dice que es ilegal todo comercio que tenga que ver con los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza directa o indirectamente. Como “los bancos israelíes no quieren distinguir entre lo que se produce e invierte en Cisjordania o en Israel”, estos países han terminado retirando cientos de millones de dólares de los bancos israelíes para poder cumplir con la normativa vigente en Europa.

La tercera pata de esta campaña de boicot es la de las sanciones, mediante la que se exige que la ley internacional se aplique y, por tanto, sancionen a Israel, a sus responsables políticos o militares, por todas aquellas acciones que violen las normas de Derecho Internacional. Israel tiene un Estatuto de Asociación Preferente con la UE en cuyo artículo 2 se establece que el convenio estará vigente siempre y cuando las dos partes respeten los DDHH. Grad recalca que, a pesar de que “las violaciones de Israel son constatables y de público conocimiento, la UE no pone en marcha los mecanismos para suspender estos convenios”. Por tanto, esta tercera pata es un mecanismo de presión “para que se sancione a Israel por su violación de los derechos civiles, culturales, políticos y sociales… No solo en Palestina sino en muchas otras partes del mundo”.

Boicot académico, cultural y deportivo


Además del económico o del de desinversiones, hay otras ramas del boicot a Israel. Una de ellas, la relacionada con el sistema académico del país. “Sus universidades son parte integral de la sociedad que funcionan como una herramienta más para fomentar la colonización”, explica el miembro de BDS. “Por ejemplo la Arqueología, que es una ciencia de Estado. El gobierno apoya y promueve esta materia porque tratan de que la Arqueología demuestre que hay continuidad judía en Palestina y niegue u oculte que hay continuidad también de otros pueblos que hayan existido en este territorio”.

A pesar de lo desconcertante que pueda parecer esto, lo más macabro del relato de Grad tiene que ver con las Ciencias Sociales. “Las Ciencias Políticas y las Relaciones Internacionales se especializan en estudiar al enemigo y sirven para diseñar las políticas de ocupación. La Sociología y la Psicología ayudan a desarrollar nuevas formas de interrogatorios y tortura, que es legal en Israel, para quebrar la identidad y la autoestima de la gente para aumentar su sufrimiento cotidiano con la ocupación”. Para ilustrarlo con un ejemplo, habla de que cuando los soldados entran en las casas a hacer pesquisas, “tienen orden de destruirlo todo delante de los niños porque está estudiado que así minas la imagen que el niño tiene de sus padres y destruyes su propia autoestima. Esto parece kafkiano –reconoce-, suena a los campos de concentración, pero es como está funcionando Israel”.

Todo este uso que se les está dando a las universidades en Israel es lo que justifica el boicot académico. “Son parte integral de sistema de colonización y del aparato de propaganda, de la transmisión y difusión de Israel como una sociedad moderna y tecnológicamente avanzada”, señala. “Este boicot llama a suspender las relaciones institucionales entre nuestras universidades y las israelíes en tanto que no cumplan con el derecho internacional”. Y, según los logros obtenidos, especialmente durante los últimos dos años, es una de las que más éxito están teniendo.

Grad cuenta que “esta misma semana el Sindicato Nacional de Estudiantes del Reino Unido, que representa a alrededor del 95% de los estudiantes de toda la región, ha decidido unirse al boicot”. Además, en Estados Unidos, los sindicatos de estudiantes han logrado que los claustros de ciertas universidades “retiren el dinero de sus fondos de inversión de Israel”. Incluso, asociaciones profesionales como la Asociación de Estudios Americanos, ASA, “después de un proceso muy largo de debate interno y de un referéndum, también decidieron sumarse”.

El boicot cultural y deportivo, aunque algo más lentamente, también está teniendo logros. “Tanto la cultura como el deporte les sirve como herramienta de propaganda frente al resto del mundo”, denuncia Grad. “Israel participa en competiciones deportivas o culturales, como Eurovisión, como si fueran un país europeo más porque son considerados un Estado asociado a la UE. El objetivo del llamamiento para boicotear este tipo de relaciones es, primero, evitar el lavado de cara. Y segundo, para presionar a la sociedad israelí y transmitirle el mensaje de que esto que están haciendo tiene un coste, el de la condena del resto del mundo”, explica.

En este aspecto también están teniendo algunos logros. Esta misma semana el grupo británico Massive Attak “ha vuelto a rechazar una invitación para actuar en Israel”, cuenta Grad, quien además recuerda que “hace dos o tres semanas, cuando comenzó el ataque a Gaza, durante los conciertos que dieron en Irlanda estuvieron pasando por la pantalla que había en el escenario mensajes de denuncia”. Y también lo hicieron hace menos de una semana, durante el Festival Internacional de Byblos, donde además dedicaron su concierto a los niños palestinos y condenaron los bombardeos de Israel sobre Gaza.

La importancia de los medios


Además de para que los ciudadanos de todo el mundo presionen a Israel para que cumpla con las normas de Derecho Internacional, también es vital que la sociedad israelí conozca el rechazo que tiene en el mundo su política colonialista. “Lo que está ocurriendo hoy es, en gran medida, debido a que Israel sabe que controla la situación y no paga ningún precio. Sigue ocupando, creando asentamientos o creando situaciones de limpieza étnica y de genocidios”.

Sin embargo, “la campaña de boicot no solo preocupa a Israel por perder relaciones comerciales sino porque temen quedarse aislados. Israel, desde este punto de vista, es sumamente débil porque depende mucho de las relaciones y del apoyo internacional”, destaca el miembro del BDS. De hecho, este país ha puesto en marcha “una campaña de ámbito mundial de lavado de cara, de potenciar la Marca Israel para mostrar los lados positivos de la sociedad israelí”. Un ejemplo de ello, según explica Grad, es cómo están veniendo a Tel Aviv como “una sociedad muy abierta al mundo homosexual para atraer al turismo gay y competir, entre otros, con Madrid. Están invirtiendo muchos recursos en promocionar este tipo de cuestiones”.

Por este motivo es tan importante la labor de difusión de la campaña BDS y de sus éxitos en los medios de comunicación, porque, según Héctor Grad, “da ejemplo y muestra a mucha gente que frente a la desazón por la acción israelí se puede luchar y esta lucha tiene efecto”. Algo que también forma parte de esta campaña de boicot, ya que otro de sus objetivos es “introducir en la opinión pública el debate sobre cuál es el carácter racista de Israel y el sistema de apartheid que está instaurado en este país. Es muy importante que se sepa que es un Estado con tres sistemas jurídicos: uno para los judíos, otro para los no judíos dentro de Israel y otro para las zonas que ocupan directa o indirectamente en Cisjordania y Gaza, y que entre todos podemos hacer muchas cosas para acabar con esto”, concluye.

Fuente: http://www.lamarea.com/2014/08/06/asi-funciona-el-boicot-israel/