Laura Galián, 30.1.2012.- A pesar de la reconciliación entre la Autoridad Nacional Palestina y Hamás en El Cairo en mayo de 2011 y las palabras de Mahmud Abbas, “los palestinos pasarán para siempre la página de la negra división”, la realidad es, siete meses después, la misma de entonces. Los jóvenes palestinos ni creían, ni creen en ninguno de los dos partidos. Saben que, a pesar de todas las parafernalias llevadas a cabo en 2011 (promesa de unas elecciones en 2012, izamiento de la bandera palestina en la UNESCO y la liberación de los presos políticos de las cárceles israelíes con el soldado israelí Gilad Shalit como moneda de cambio), son ellos a los únicos que corresponde tomar las riendas de su devenir. Las emergentes organizaciones de jóvenes palestinos son prueba de ello: Palestinian Youth Movement o Gaza Youth Breaks Out. Son conscientes de que la unidad que la geografía destruye, es un arma imprescindible de lucha. Esta unidad se consigue a través de una identidad nacional común. Por ello, uno de los objetivos principales de Palestinian Youth Movement es: “Crear una plataforma en la que los jóvenes palestinos de diferentes perfiles profesionales, académicos, religiosos, geográficos, lingüísticos, culturales y políticos, sean capaces de conocer y aprender acerca de la diversidad de las identidades palestinas. Pretenden ofrecer a los jóvenes palestinos el conocimiento y la experiencia necesaria para organizarse entre sí, en un paraguas de unidad, intentar alcanza la justicia centrada en una solución viable a la difícil situación de Palestina, que aborda los derechos inherentes al ser humano a nivel legal, civil, cultural y ambiental, comenzando por el derecho de los refugiados a regresar a su patria”.
Y partiendo de esta base unitaria, el futuro es claro: “Espero que cuando la revolución en Siria termine, habrá una unión clara. Todo indica que se va a producir la tercera Intifada, y va a ser impresionante. Su base será pacífica. Seguramente cuando la revolución Siria alcance su fin y no haya otro Iraq en la zona, el camino a seguir empezará por la reunificación y terminará con la liberación de toda Palestina”. Nos responde Ahmad Awad, un joven palestino refugiado en Siria y miembro de Palestinian Youth Movement, cuando le preguntamos cómo ve el futuro de Palestina.
El seminario Perspectivas y experiencias del pueblo palestino que tuvo lugar el día 29 de noviembre de 2011 en la Universidad Autónoma de Madrid en el curso Claves para entender el conflicto árabe-israelí: ¿cómo contribuir desde la solidaridad? Incluido en la VIII Semana de la Solidaridad de la UAM, fue un microcosmos de la sociedad palestina contemporánea. Los ponentes, cinco jóvenes provenientes de cinco realidades palestinas diferentes, no dudaron motivo que les había llevado a estar en una misma sala: Todos son palestinos. Sin embargo, tampoco negaron el hecho de que la división geográfica que les separaba, les hacía “embajadores” y representantes únicos del pluralismo de la sociedad palestina contemporánea. Por ello es que cada uno habló de su propia realidad: Muhammad Ozman (Cisjordania), Mai al-Bayoumi (Gaza), Lana Jaskia (Haifa-Territorio del 48), Maisa A. Hajjaj (Jerusalén) y Amer Abu Hashish (refugiado en Siria).
Tanto es así, que Muhammad Othman afirmó en un momento de su presentación que se iba a limitar a hablar de Cisjordania, puesto que era la única realidad que conocía: “Sólo voy a hablar de Cisjordania. No tengo ni idea de lo que pasa en Gaza, nunca he estado en Gaza y de hecho es difícil tener información de lo que pasa allí”. Para Lana Jaskia, la joven ponente procedente de Haifa, el pluralismo de los palestinos de la charla y el hecho de que sus organizadores buscaran esa diversidad, es el mejor ejemplo del éxito de Israel: “Lo que ven aquí no es coincidencia, es el éxito del proyecto sionista en Palestina. El mayor éxito es la división geográfica de los palestinos. Tienen Gaza, Cisjordania (antes estaban juntos), los refugiados (que no pertenecen a ningún lugar) y los palestinos del 48.”
Sin embargo, y a pesar de esta realidad, Lana remarcó la importancia de la terminología a la hora de nombrar al territorio donde ella vive: “No son los territorios del 48, Israel, o como quieran llamarlo, es Palestina”. No es baladí el nombre que reciben los lugares, sobre todo en un contexto ideológico como en el que se desarrolla este conflicto, ya que estos términos se incorporan a la narrativa oficial y popular de ambos lados del conflicto. Tanto es así que una de las actividades de la ONG donde participa Muhamad Ozman tiene como objetivo enseñar el nombre árabe de los pueblos, carreteras y otras muchas zonas geográficas a los que las nuevas generaciones empiezan a denominar con el nombre judaizado. Estos jóvenes son conscientes de que la memoria histórica es fundamental en su lucha diaria.
Tampoco podemos pensar que cada uno de las palestinos es una unidad en sí mismo, sobre todo en el caso de los refugiados. Amer (palestino refugiado en Siria) nos explica cómo la situación de los refugiados es muy diferente dependiendo del país donde se encuentren. En ningún país gozan de los derechos que tienen en Siria, pero como cualquier otro ciudadano sirio son susceptibles de ir a prisión por motivos políticos. El caso de Egipto, es uno de los más extraños, puesto que si salen del país, no pueden volver a entrar, a pesar de tener documentos de viaje egipcios. En Jordania, sin embargo, aunque muchos han conseguido la nacionalidad jordana, el gobierno, hace dos años (asegura el ponente), empezó a retirar esta nacionalidad, por lo tanto la situación de inseguridad es constante para los refugiados en este país. Por ello, asegura Amer, “aunque Siria no es el paraíso, es de momento, el mejor país (antes del comienzo de las revueltas) para los refugiados palestinos”.
Y a pesar de todas las trabas para desarrollarse como pueblo, los jóvenes palestinos saben cómo organizarse. Quieren coger las riendas de su futuro al igual que sus vecinos árabes, y así lo están haciendo. Su objetivo es claro: “Liberar a hombres y mujeres, ya sean palestinos o judíos, y formar un Estado democrático y laico, donde todas las naciones tengan cabida”.
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