viernes, 13 de noviembre de 2015

"Sionistas moderados tratan de salvar a Israel apropiándose del movimiento BDS", artículo de Omar Barguti

Omar Barguti, 10/11/2015.- Este fin de semana, el Washington Post publicó un artículo que apoyaba el boicot a Israel escrito por dos académicos que se identificaron como sionistas de toda la vida, Steven Levitsky, de Harvard, y Glen Weyl, anteriormente de la universidad de Chicago y ahora de Microsoft. Omar Barguti tenía esta respuesta a dicho artículo que hemos podido publicar con su permiso.

Un artículo notable y muy valiente, debo admitirlo, que ayuda a desmontar algunos mitos y tergiversaciones importantes sobre el boicot a Israel difundidos por sionistas moderados de Estados Unidos y otros países.


Los autores se declaran sionistas. Sin embargo, sus puntos de vista sufren de las mismas enfermedades que aquejan a todos los argumentos sionistas: la amnesia selectiva y un arraigado y congénito racismo.

Este artículo, como casi todos los escritos sionistas, olvida convenientemente la Nakba y el hecho de que el actual estado sionista de Israel se construyó de forma criminal sobre las ruinas de la sociedad palestina y la limpieza étnica de más de la mitad del pueblo palestino indígena.

También adopta la idea de que los palestinos, desde un punto de vista típicamente racista y utilitario, no merecen per se iguales derechos humanos que el resto de los seres humanos. Se les puede “dar” algunos derechos, pero solo cuando eso sirva para mejorar la imagen de Israel y afiance su régimen de opresión.

Ahora bien, estos dos autores adoptan una postura de presión a Israel para “salvarle”, lo cual nos lleva a un nuevo nivel. Defienden enérgicamente el boicot a Israel, demoliendo el típico argumento del sionismo moderado que propugna un boicot solo a la “ocupación” y, más allá de eso, adentrándose, intencionadamente o no, en territorio “antisemita”.

Al igual que todos los sionistas comprometidos, aparentemente confusos o inquisitivos, los autores de esta línea de pensamiento cualitativamente nueva fundamentan su apoyo al boicot a Israel en la necesidad de “salvar a Israel de sí mismo”, pero con un interesante giro de gran alcance.

Los sionistas racionales llevan varios años abogando por el fin de la ocupación israelí de la mayor parte del territorio palestino ocupado en 1967 —excluyendo normalmente Jerusalén Este y otras partes de los Territorios Palestinos Ocupados— en orden a evitar los efectos éticamente “corruptores” de la ocupación en un Israel “ético” y en su “alma”. Es curioso, aunque doloroso, que los colonialistas hablen de un alma noble que ellos se esfuerzan por alimentar y proteger de la corrupción.

La limpieza étnica de unos 800.000 palestinos y la destrucción de más de 530 de nuestros pueblos, a menudo mediante masacres y horrores indescriptibles, no son considerados una mancha en ese alma. Como dijo en una ocasión el historiador israelí Benny Morris, “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos”. Aunque se trata de una perogrullada, en mi opinión este argumento presupone que estás rompiendo tus huevos, no los que robaste a otros.

Dejando de lado la corrupción del alma sionista, el otro omnipresente, aunque desarticulado, objetivo sionista es demográfico: librarse de más de cuatro millones de palestinos indígenas con el fin de afianzar la mayoría colonial judía en todo el territorio de la Palestina histórica.

He aquí cómo ve este argumento la Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI):

Después de no ser capaces de frenar la propagación del BDS [Boicot, Desinversiones y Sanciones, N. del T.], motivado por un verdadero temor a la desaparición del sionismo,y con el objetivo explícito de “salvar el apartheid israelí”, algunos denominados sionistas de izquierda han intentado recientemente enturbiar las aguas sugiriendo un boicot sionista dirigido a debilitar el movimiento BDS dirigido por los palestinos, que está atrayendo a un número creciente de jóvenes activistas judíos en Occidente, especialmente en los campus universitarios. El BDS es un movimiento basado en derechos éticamente consistente y que está anclado en el derecho internacional y los derechos humanos universales. Como tal, el BDS rechaza y no puede coexistir con ninguna clase de racismo, incluido el sionismo. Hablar de “BDS sionista” es como hablar de una “igualdad racista”.

El BDS no trata de salvar a Israel como estado de ‘apartheid’, ni de renunciar a unos territorios ocupados que están densamente poblados por palestinos para que Israel sea un ‘apartheid’ más puro, ni tampoco de prolongar la vida de este ‘apartheid’ varios años más. El BDS tiene que ver con el logro de los derechos palestinos, entre ellos de forma destacada el derecho a la autodeterminación, poniendo fin al sistema israelí de tres tercios: colonialismo, ocupación y ‘apartheid’.

No obstante, la novedosa línea de argumentación ofrecida en este artículo del Washington Post llega a justificar medios “extremos” y hasta ahora tabús para lograr el mismo objetivo sionista de mantener un régimen de apartheid más puro. Boicotear a Israel en su totalidad es, de acuerdo con este nuevo pensamiento sionista, la píldora terriblemente más amarga que uno se ve obligado a tomar con el fin de “salvar” realmente a Israel.

Un boicot limitado a los asentamientos, sigue diciendo este argumento, no es suficiente, pues no ejerce la presión necesaria para obligar a Israel a terminar con (la mayor parte de) su ocupación de 1967, librarse de millones de “árabes” indeseables que representan una amenaza demográfica y, en consecuencia, salvar su “alma” colonial.

Este nuevo pensamiento sionista aclara las aguas como nunca antes. Son los objetivos del BDS, mucho más que sus tácticas y estrategias, lo que hay que combatir por todos los medios. La libertad, la igualdad y la justicia, que implican necesariamente terminar con el régimen de ocupación, colonización y apartheid de Israel, son los últimos “males” que los sionistas de todos los matices, y grados de moderación, deben combatir por todos los medios.

Pocos años después de que la mayoría de los partidos, sindicatos y redes palestinos lanzaran el BDS en 2005, hubo algunos intentos patentemente arrogantes y condescendientes de sionistas moderados, en su mayoría israelíes y norteamericanos, de presentar una dirección alternativa al Comité Nacional Palestino del BDS, la coalición más amplia de la sociedad palestina. Esa dirección alternativa y más kosher había de ser más “racional” y “moderna” y, por consiguiente, más abierta a retirar la segunda y tercera demandas del manifiesto del BDS, con el fin de limitar los derechos palestinos a la terminación de la ocupación de 1967. Ese, argumentaron, era el curso de acción más pragmático y ético.

Huelga decir que el intento fracasó y no atrajo más que aquellos de la “izquierda” sionista que carecían de proyección social.

Así pues, debe abrirse paso un nuevo intento sionista, más inteligente y matizado, para apropiarse de algunas de las herramientas más feroces del BDS, como el boicot a Israel en su totalidad, para debilitar sus objetivos y salvar a Israel de su inminente colapso como sistema.

El problema con esta nueva maniobra, aunque es ciertamente más inteligente, es que sigue ignorando que el rey está desnudo. Poner fin a la ocupación de 1967 —aunque se incluya a Jerusalén Este— solo aborda, en el mejor de los casos, la mayoría de los derechos de apenas el 38 por ciento de la población palestina (los que viven en Gaza y Cisjordania). ¿Qué pasa con los derechos, estipulados por la ONU, del restante 62 por ciento del pueblo palestino (un 12 por ciento en Israel y un 50 por ciento en el exilio y que tienen derecho al retorno)? ¿Y qué pasa con el derecho al retorno de más del 40 por ciento de los palestinos de Cisjordania y Gaza, que fueron étnicamente limpiados durante la Nakba y a los que se les niega su derecho a regresar a sus casas?

Como he argumentado antes, los sionistas moderados tienen una adicción compulsiva a defender una sociedad racista liberal, la cuadratura del círculo, y cuando fracasan en el empeño, inventan nuevas vías en lugar de darse por vencidos, perdiendo así en el camino a muchos que ven la luz. No es de extrañar que se estén extinguiendo y que el apoyo de los jóvenes judíos al BDS siga aumentando.

Omar Barguti es uno de los fundadores del movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) y de la Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI).

Fuente: You can’t save Israel from itself by appropriating BDS, Mondoweiss, 30/10/2015

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)