
La creación de una oficina en Gaza respondía a una antigua demanda del Consulado General de España en Jerusalén --que actúa como una embajada informal ante la autoridad palestina—, ya que las dificultades de comunicación con la franja y la falta de una persona de contacto sobre el terreno le impide atender a los españoles que acuden allí y le obliga a recurrir a un servicio de mensajería cada vez que necesita tramitar un visado. El ministro asegura que la decisión la tomaron los responsables consulares de su departamento sin medir sus implicaciones políticas y que él se enteró por las preguntas de la prensa, cuando ya se había publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), el pasado 1 de abril.
La entrevista con Netanyahu ha estado jalonada por “acuerdos y desacuerdos”, en palabras de Margallo. Este último ha cedido ante su interlocutor en la creación del consulado de Gaza, pero ha defendido otras dos decisiones que también han irritado a Israel: el voto a favor del reconocimiento del Estado palestino como observador no miembro de Naciones Unidas, en noviembre pasado; y la exigencia, planteada por España y otros 12 países de la UE, de que los productos procedentes de las colonias israelíes en los territorios ocupados, que la comunidad internacional considera ilegales, lleven una etiqueta que los identifique como tales; lo que permitirá a los consumidores boicotearlos.
El ministro –que se ha reunido también con el titular de Economía y Asuntos Religiosos, Naftalí Bennett-- se ha mostrado confiado en que las empresas españolas podrán participar en el proyecto estrella del Gobierno israelí en materia de infraestructuras para los próximos años: la línea de alta velocidad entre el Mediterráneo y el mar Rojo, que permitirá a Israel sortear un eventual cierre del canal de Suez. Empresas españolas compiten con francesas, alemanas y chinas para llevarse este contrato de 1.400 millones de euros, sin perder de vista otras obras como el metro de Tel-Aviv. España busca, además, asegurarse el aprovisionamiento a largo plazo de gas a partir de los yacimientos que Israel está empezando a explotar frente a su costa, ante la incertidumbre que plantea la prórroga de los contratos hasta ahora vigentes con Catar, el cierre del suministro procedente de Egipto y la ya excesiva dependencia de Argelia.
En su audiencia con el presidente israelí, Simon Peres, Margallo le ha dicho que cree que el líder palestino, Mahmud Abbas, “tiene voluntad de negociar” y le ha transmitido el mensaje que este le dio cuando ambos se reunieron el pasado sábado en Ammán (Jordania): que “espera ver algún gesto” sobre los presos palestinos y los asentamientos para generar un clima de confianza que permita desbloquear la negociación. En concreto, Abbas quiere que Peres ejerza su derecho de gracia y libere a los presos más veteranos. Peres ha tomado nota pero ha dejado claro que Israel lo subordina todo a tres objetivos: seguridad, seguridad y seguridad.
Tal como hizo dijo en Palestina y Jordania, Margallo se ha ofrecido como mediador a Peres. “Puede contar con España para lo que sea que pueda hacer para ayudar a traer la paz”. Y para dar mayor solemnidad al ofrecimiento ha subrayado que lo hace de parte del Rey y del presidente del Gobierno. Al final, ha cometido un lapsus. Ha dicho que le gustaría volver el próximo verano para desear a Peres “feliz navidad” en su cumpleaños. Peres ha sonreído, demostrando que es un joven a punto de cumplir 90 navidades . O más bien, 90 Rosh Hashaná.
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