Un programa de periodismo de investigación, emitido en hora punta, reveló la semana pasada la ilegalidad generalizada en la compra de tierras palestinas por parte de colonos judíos. El programa Hamakor (La fuente), de Canal 10, dirigido por el periodista de investigación Raviv Drucker, puso al descubierto la corrupción, la distorsión, la manipulación y la actividad abiertamente criminal de compradores, abogados y los denominados "hombres de paja" que han ayudado a organizar compraventas fraudulentas.
Las falsificaciones no son nada nuevo. El mes pasado, el experto en asentamientos Dror Etkes dio un ejemplo que es característico de la clase de tratos turbios revelados por Hamakor, en el que un palestino "firmó" la venta de su parcela de tierra 43 años después de su muerte.
Tampoco es nueva la revelación realizada por Hamakor de que la corrupción implicada en la construcción de asentamientos alcanza a las altas esferas de la elite política israelí. En este caso, se trata de Zeev "Zambish" Hever, destacado líder de los colonos, antiguo miembro de [la banda terrorista] Judíos Clandestinos y personaje que frecuenta los pasillos del poder de Israel. Para dar solamente un ejemplo, la organización de colonos derechistas Elad ha "trabajado" muy bien al organismo gubernamental que se ocupa de las "solicitudes" de tierras palestinas —que suelen tratarse a menudo de expropiaciones— en los últimos años. Ahí también abundan los casos de falsificaciones y fraudes.
La empresa de colonos que Drucker investigó, Al-Watan (que, para meter el dedo en el ojo, significa "patria" en árabe), que, al parecer, ha realizado la mayoría de sus adquisiciones empleando documentos falsificados, es un ejemplo particularmente escandaloso del tipo de vandalismo que suele acompañar a la apropiación de tierras palestinas.
Pero Hamakor no reveló la verdadera historia, al menos no toda la historia. Lo verdaderamente interesante de la investigación de Drucker es lo que sucedió después, o para ser más preciso, lo que no sucedió. Los medios de comunicación israelíes —al igual que los medios de todo el mundo— permanecieron casi en su totalidad en silencio. Más allá de unos pocos artículos superficiales que informaron de los hechos que el programa ya había difundido, la cobertura informativa de las implicaciones de la investigación de Drucker fue mínima.
Con el fin de comprender lo importante que es esto, tenemos que retroceder un mes y recordar la pelea mediática y política que estalló tras la difusión de otro programa de periodismo de investigación, Uvda, del Canal 2. El reportaje se basó en unas grabaciones secretas de un par de "espías" que una organización derechista infiltró entre activistas anti-ocupación y pro derechos humanos en Cisjordania. Una parte de dichas grabaciones mostraba a Ezra Nawi, un veterano y destacado activista de izquierda, haciendo comentarios grotescos sobre la venta de tierras de un palestino a un colono y diciendo que la Autoridad Palestina (AP) ejecutaría al vendedor.
La prensa entró en plena ebullición, el primer ministro opinó sobre el caso en su página de Facebook y Nawi fue arrestado, así como, posteriormente, Naser Nawayah, también implicado en el affair, y Guy Butavia, que no era más que un estrecho colaborador de Nawi. Inicialmente, se les negó el derecho a reunirse con un abogado y prorrogaron su detención en numerosas ocasiones.
Finalmente, los tres fueron puestos en libertad después de que la policía no fuera capaz de presentar ningún cargo contra ellos.
Comparemos esto con las secuelas de la emisión de Hamakor, que arrojó resultados mucho más penetrantes y concretos. A pesar de los casos de fraude documentados que condujeron al robo, con los nombres de los responsables incluidos, no se produjo ni un solo arresto. Las falsificaciones siguen siendo investigadas por el fiscal del estado, después de que la policía cerrara el caso, pero el número de condenas en casos de presuntos delitos cometidos por colonos es bajísimo.
Benjamín Netanyahu no escribió un mensaje en Facebook sobre estos hechos escandalosos y Hever no es el enemigo público número uno, a pesar de ser un hombre del establishment (en comparación con Nawi, que es pobre, fontanero y descendiente de iraquíes). Los medios no tuvieron mucho trabajo.
'La ilegalidad está institucionalizada'
Pero aquí hay algo más que falsificaciones, fraude y cámaras ocultas. No se trata solo de Hever, por muy importante que pueda ser. Se trata de la extraña realidad que se da en un país cuando un proyecto de la escala y el alcance de los asentamientos está él mismo basado en la ilegalidad.
La ilegalidad no solo se da en el ámbito del derecho internacional. Talia Sasson, exmiembro de la oficina del Fiscal del Estado, señala en un reportaje sobre la historia de los asentamientos que el gobierno emplea un sistema por el cual "ignora" que los fondos del estado están siendo canalizados hacia los puestos de avanzada, que son ilegales incluso de acuerdo con la legislación israelí. Como dice Sasson en la entrevista, "la ilegalidad está institucionalizada".
El proyecto de asentamientos —la mayor empresa de la historia de Israel desde su fundación— es, debido al enorme aparato militar que requiere para sostenerlo, similar a la construcción de un estado dentro del estado. El mantenimiento, la expansión y el crecimiento de los asentamientos exige que el gobierno viole algunas leyes mientras crea otras, diga unas cosas y haga otras.
Y esto es solo la mitad del embrollo. La insistencia en que los asentamientos son parte integral del autoproclamado estado democrático liberal de Israel tiene sus propias exigencias. Se requiere mucho contorsionismo y muchos retoques para tratar de normalizar la administración de un territorio en el que funcionan sistemas legales paralelos en función de la pertenencia étnica, con 2,8 millones de personas viviendo bajo una ocupación militar y medio millón bajo una administración civil. Karl Rove podría estar refiriéndose al gobierno de EEUU cuando le dijo a un periodista: "cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad"; pero Netanyahu podría decir exactamente lo mismo.
Por otro lado, sumas gigantescas de dinero se han vertido en la construcción de los asentamientos. Recursos desproporcionados están a disposición de esta empresa, mientras que el ejército, la policía, los servicios de inteligencia, la administración de justicia y el gobierno hacen la vista gorda en el mejor de los casos o, en el peor, instigan directamente las actividades delictivas. Así pues, no es de extrañar que la delincuencia física y estructural esté fuera de control y que los diferentes delincuentes gocen de una impunidad casi total.
Como han demostrado dos espectáculos muy diferentes en el plazo de un mes, existe una aceptación casi total de esta realidad, hasta el punto de que casi nadie la cuestiona. Y quienes la cuestionan se encuentran con que ni la justicia, ni los medios ni el estado están de su lado.
Acerca de la autora: Natasha Roth es escritora, editora y activista. Vive en Yafa. Sus trabajos se han publicado en The London Review of Books, Haaretz, The Daily Beast y The Fair Observer.
Fuente: Israeli settlements have created a 'state within a state'
Traducción: Javier Villate (@bouleusis) en el blog Disenso.