RESCOP, 5/11/2014.- 2014 es el Año Internacional de Solidaridad con el pueblo palestino según decidió la ONU el año pasado. Aun así, Palestina ha vivido este verano uno de los peores episodios de su historia reciente con las masacres en Gaza. Todo con la complicidad internacional y la total impunidad de Israel. Lo que hemos visto este verano sólo es un capítulo más de la limpieza étnica de Palestina, un capítulo más de una historia de un crimen contra la humanidad continuado que se desarrolla día a día con un sistema de apartheid, una sofisticada ocupación militar o con un régimen colonial racista con múltiples vertientes.
En el 2005, más de 170 organizaciones palestinas pidieron poner en marcha una campaña internacional de BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) para presionar a Israel hasta que cumpliera con la legalidad internacional y los derechos fundamentales de la población palestina. La iniciativa palestina de BDS se inspira en la campaña similar que se aplicó contra el régimen de apartheid sudafricano, y que contribuyó decisivamente a la caída de aquel racismo de Estado. El BDS se organiza desde numerosos territorios en todo el mundo y se aplica en varios ámbitos: económico, institucional, sindical, cultural y académico.
El BDS crece cada día y tiene éxitos semanalmente: instituciones, compañías y empresarios (como Bill Gates) que desinvierten en Israel, académicos como Stephen Hawking que cancelan actos, organizaciones que se adhieren, centenares de supervivientes judíos del Holocausto que piden el boicot, artistas que anulan conciertos o festivales que retiran patrocinio israelí (como recientemente la Bienal de São Paulo)… En este enlace se puede consultar un resumen de los éxitos del año 2013: boicotisrael.net/bds/exitos2013/
Israel busca normalizar su imagen y continuar gozando de total impunidad con el patrocinio de eventos culturales por todo el mundo. Estos días tenemos un caso que se ajusta perfectamente a esta estrategia: la financiación por parte de la embajada israelí del Estado español de un director de Israel que viene a inaugurar el 6 de noviembre el festival internacional de mediometrajes “La Cabina” de València. Como afirmó la ministra de cultura de Israel, Limor Livnat: “el cine israelí demuestra cada día que la cultura es la mejor embajadora del Estado”. Acoger esta táctica de Israel es ser cómplice con sus políticas, por eso, desde BDS País Valencià, pedimos que se corte este vínculo y que La Cabina no sea partícipe de la estrategia israelí de normalización y “blanqueamiento” de sus crímenes mediante la cultura.
Recogemos las palabras de nuestras compañeras y compañeros de Palestinarekin Elkartasuna para explicar que el que pedimos no es el boicot por el origen israelí de este director (Menachem Edelman-Landoi), “es más, nos gustaría encontrar en el Zinemaldia películas de directores de nacionalidad israelí como Udi Aloni o Eyan Silvan que, a pesar de ser israelíes, apoyan a la campaña internacional de BDS. Y no son los únicos israelíes que le apoyan”. También, aclaramos que directoras y directores de Palestina no pueden salir a presentar sus películas o que, cineastas como Mohamed Bakri, sufren juicios y persecución. Lo que pedimos “es el boicot a la ‘marca Israel’, al cine israelí que, independientemente de las intenciones y opiniones de sus directores, el Estado de Israel utiliza para mantener su fachada democrática y como cortina de humo que oculta sus crímenes“. El patrocinio de la embajada israelí del Estado español —una embajada que este verano ha justificado la masacre de más de 500 niñas y niños en Gaza— busca esto, como ha buscado en tantas otras ocasiones.
Por el fin de una complicidad con Israel que consigue perpetuar una limpieza étnica que dura 66 años, boicot a La Cabina, boicot al apartheid.
BDS País Valencià
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